Más Información
Senadora panista denuncia a Fernández Noroña por violencia política de género; "No presidente, no es de risa"
Reforma judicial enfrasca a Corte en debate; discuten sobre cuántos votos son requeridos para invalidar una ley
Texto y fotos actuales: Mauricio Mejía Castillo
Edición: Carlos Villasana
Diseño Web: MiguelÁngel Garnica
Hoy este niño es el santo más joven de México. El convento de la Visitación, ubicado en la calle de la Campana en Mixcoac al sur de la capital alberga la imagen de José Sánchez de Río, figura de cera de tamaño real. Colocada dentro de un nicho de cristal, tiene en una mano una cruz con una reliquia: un hueso del santo y en la otra tiene la Palma de la Victoria. “Es un atributo que ostentan todos los que han pasado por el martirio. Se hace en relación al libro del Apocalipsis donde, en lo llevaban todos los que han sido lavados con la Sangre del Cordero”, comenta Miguel Cedillo, especialista en Teología. Para él, la audacia es lo admirable en el santo de Sahuayo. “Es lo mismo que pasa con Narciso Mendoza (el niño que defendió al ejército insurgente en Cuautla, al mando de Morelos) Ambos tuvieron un arrojo impresionante en momentos decisivos de sus respectivas batallas”.
También afirma lo que la Iglesia más celebra en la imagen del Niño Santo es su audacia. “Si un obispo, una monja, dice las frases acuñadas por Joselito es lo más natural. Es obvio. Pero cuando te las dice un niño de catorce años es increíble”. Explica también los requisitos para que un católico sea convertido en Santo. “Cuando alguna persona es torturada por defender la fe católica, se le otorga el título de Mártir. Si se le comprueban al menos dos milagros, el Papa lo proclama como santo”.
Pero estos símbolos no se encuentran de forma permanente en este recinto. Un bienhechor, cuya identidad se reservan las religiosas, traslada constantemente reliquia y figura de un lugar a otro. “No sabemos cuánto tiempo estarán aquí. A veces se las lleva a Morelia, a veces a otro convento por tiempo indefinido”, afirma una de las religiosas que vive en la calle de la Campana, cuya identidad nos pidió omitir dada la vida conventual, estilo contemplativo, que llevan ella y sus hermanas de clausura. La hermana recomienda la película Cristiada para que se conozca la vida del santo. La cinta fue filmada en 2012 bajo la dirección de Dean Wright. Protagonizada por Eva Longoria y Andy García, el papel de Joselito lo encarna Mauricio Kuri
Rumbo a la santidad
De fiesta estuvieron las monjas la víspera de la canonización del llamado Niño Cristero. “Nos da mucho gusto porque en estos tiempos en que la vagancia y los vicios son un peligro para los jóvenes, Joselito viene a ser un ejemplo para ellos, para que defiendan su fe, su vida cristiana”.
La guerra Cristera hizo santos a 26 mexicanos. El último en alcanzar el máximo grado para un católico y el más joven de la lista es José Sánchez del Río. Por la edad en que fue torturado ingresó a la relación de niños santos que venera la Iglesia de Roma.
La Guerra Cristera
Las diferencias de la Iglesia Católica con algunos artículos de la Constitución de 1917 ocasionaron un rompimiento con el gobierno revolucionario. Prohibición de enseñanza cristiana en las escuelas, expulsión de sacerdotes extranjeros, la reducción de los curas a uno por cada seis mil habitantes y la limitación de los cultos a la exclusividad de los templo, así como no poder portar sotanas ni vestimenta religiosa, fueron algunas de las restricciones que llevó a cabo el gobierno de Plutarco Elías Calles.
Esto dio al traste con la relación Iglesia-Estado. Suspendido el culto en los templos, la lucha armada fue la alternativa tomada por los católicos, incitados por el clero. Jalisco, Guanajuato, Michoacán, Colima, Zacatecas, Coahuila, Durango, Tabasco y Guerrero fueron los estados más activos durante esta lucha. “¡Viva Cristo Rey y la Santísima Virgen de Guadalupe!” fue el lema de los cristeros.
El 1º de agosto de 1926 fue suspendido el culto en las iglesias de México.
Pedro Quintanar, Justo Ávila, Miguel Hernández, Emilio Barrios, Dámaso Barraza y fueron los jefes cristeros de mayor importancia.
En su libro La Cristiada, Jean Meyer coloca a la unidad entre los cristeros como un factor clave durante esta guerra civil de 1926 a 1929. “La participación en la Cristiada -dice Meyer- fue, sociológicamente hablando, excepcional, ya que no respetó nada, ni el sexo, ni la edad, ni la situación de familia”. En este marco no es extraña la participación de un adolescente de catorce años dispuesto a defender su causa. Su vida como precio. El mismo autor dice que los menores de 20 años constituían el veinte por ciento de la población en lucha.
Así publicó EL UNIVERSAL el término de la Guerra Cristera el 22 de junio de 1929.
La historia del niño mártir
El 28 de marzo de 1913 nació José Sánchez del Río en Sahuayo, Michoacán. Hijo de Macario Sánchez y María del Río, campesinos.
Fue el sexto de siete hermanos: María Concepción, Macario, María Luisa, Guillermo, Miguel, José y Celia.
Miguel, uno de sus hermanos mayores se enlistó en las fuerzas rebeldes al estallar la guerra Cristera. José tenía 13 años. Quería seguir a su hermano. Ante la negativa de su madre, contestó: “Nunca ha sido tan fácil ganarse el cielo como ahora. No quiero perder la ocasión”. Con el tiempo la madre aceptó.
Faltaba la aprobación del General Prudencio Mendoza, jefe cristero de la zona. El niño le escribió varias cartas para lograrla, en una de ellas decía que si bien era pequeño para manejar un arma, bien podía ayudar a los soldados quitándoles las espuelas, cuidando caballos o en lo que fuera, incluso decía que sabía cocer y freír frijoles.
La insistencia terminó por convencer a Mendoza que se oponía por la edad del “buen Joselito” como le llamaba. Entró al batallón como asistente. Fue clarín oficial, él estaría a su lado transmitiendo las órdenes y sería el portador del estandarte de la Virgen de Guadalupe.
“Tarsicio” fue su apodo. Su carácter jovial se lo dio. Un año y medio después de su ingreso, hubo una batalla cerca de Cotija, en el mismo estado. El caballo del general fue herido. José le dio el suyo. “Yo no hago falta. Usted sí”. Las tropas federales lo capturaron. Reconociendo su valor, le ofrecieron un lugar en sus filas. Sánchez del Río fue tajante: “Jamás. Yo no quiero unirme con los enemigos de Cristo Rey. Yo soy su enemigo. ¡Fusílenme! “, dijo.
El 5 de febrero de 1928 fue encerrado en la cárcel de Cotija, cerca de Sahuayo, Michoacán. En el encierro escribió entonces una carta a su madre:
“Mi querida mamá: fui hecho prisionero en combate este día. Creo que en los momentos actuales voy a morir pero nada nada importa Mamá. Resígnate a la voluntad de Dios, que yo muero muy contento porque muero en la raya al lado de nuestro Dios. No te apures por mi muerte que es lo que me mortifica, antes diles a mis otros dos hermanos que sigan el ejemplo de su hermano el más chico y tú has la voluntad de Dios. Ten valor y mándame la bendición junto con la de mi padre. Salúdame a todos por última vez y tú recibe por último el corazón de tu hijo que tanto te quiere y verte antes de morir deseaba” y firmaba José Sánchez del Río.
La carta no iba a ser entregada a su madre por parte del oficial que la recibió, llegó a manos de su mamá gracias a unas lavanderas que la encontraron en la ropa sucia de aquel hombre y la entragaron a un sacerdote, que a su vez la hizo llegar a su destinataria.
Luego lo llevaron a Sahuayo junto a Lázaro, su compañero. Rafael Picazo Sánchez era el jefe federal en esta ciudad. Estableció su cuartel en la iglesia principal, donde había apadrinado a José en su Primera Comunión en 1923. Criaba en ella a sus gallos de pelea y guardaba a su caballo.
Vista panorámica de Sahuayo, Michoacan, en los años 20. Tomada de la página San José Sánchez del Río Beato; Sahuayo Antiguo.
Indignado por la profanación, durante la noche, José desató sus amarras y mató a los animales. La cólera se adueñó del militar. La tropa ahorcó a Lázaro esa tarde, el niño José Sánchez fue testigo. Temiendo que su hijo corriera la misma suerte, María y Macario trataron de negociar con su compadre Picazo. Éste se negó. “Hasta en las barbas de su padre lo mandaría ahorcar”.
La tarde del viernes 10 de febrero de 1928 fue martirizado. Por la mañana escribió a su tía María. Ella era quién le llevaba alimentos a la prisión. “Muy querida tía, estoy sentenciado a muerte. Te doy las gracias por todos los favores que me hiciste (…) No me encuentro capaz de escribir a mi mamá, tú me haces el favor de escribirle (…) Salúdame a todos y tú recibe como siempre y por último el corazón de tu sobrino que mucho te quiere y verte desea. ¡Cristo vive, Cristo reina, Cristo impera y Santa María de Guadalupe!”. Las epístolas se encuentran en la Diócesis de Zamora.
Pretendían los verdugos que renegara de su fe. No lo lograron. Trasladado a un hotel, le desollaron las plantas de los pies. Se dio la orden de llevarlo caminado al panteón municipal para ejecutarlo. Al llegar a su destino fue colgado (que no ahorcado) de un árbol como forma de tortura.
Cuando lo bajaron le volvieron a exigir que renunciara a sus creencias. La respuesta fueron vivas a Cristo Rey y a la Virgen de Guadalupe. El culatazo que le dieron en la boca le rompió mandíbula y dientes pero no calló. Un balazo en la sien terminó con la vida del Niño cristero. Se realizó todo esto a altas horas de la noche para que la gente no se enterara. Fue enterrado sin ataúd ni mortaja por sus verdugos.
Su cuerpo fue exhumado y traslado a la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. En 1996 fue cambiado al templo de Santiago Apóstol, el mismo donde hizo su Primera Comunión. En la actualidad ahí se encuentra.
La casa donde vivió ostentó después de la guerra una placa recordando al mártir que decía: Aquí vivió el niño José Sánchez del Río mártir de la persecución. Asistió a la escuela que estaba cerca de su casa, ubicada en la esquina llamada La Ciudadela, dirigida por el presbítero Alberto Navarro Orozco. Recibió la primera comunión en 1923.
Hoy en día es un lote baldío. Para el 13 de noviembre se prevé el inicio de la construcción de un templo en honor de Joselito (como se le conoce popularmente) en Sahuayo.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el presbítero Enrique Sánchez, superior del centro de animación misionero de los Misioneros Combonianos, paisano del Santo comenta que éste “era un niño de su tiempo, con las mismas inquietudes de sus contemporáneos. Lo que lo hacía extraordinario era la valentía y el coraje con que hacía las cosas pese a su edad”. El padre afirma que si bien su fe había sido notable desde corta edad, un viaje realizado por la familia a Guadalajara en 1927 lo marcó. Ahí visitó la tumba del cristero Anacleto González. José pidió a Dios que le dejara morir como mártir.
Padre, usted nació y vivió en Sahuayo. ¿Cómo se vivía ahí la devoción a este niño?
R. Mucha gente en Sahuayo desde que murió Joselito siempre lo consideró santo. Fue un mártir que desde el momento de su muerte marcó la vida del pueblo. Todos sabíamos dónde estaba su cuerpo. Era una presencia, un recuerdo que nos acompañó a muchas generaciones. Desde antes de la beatificación se hablaba de él como un santo. En la conciencia colectiva de la población había una devoción, una admiración. Muchas veces la santidad la vive la gente es de una manera espontánea.
La influencia de Joselito en la Iglesia
El presbítero no considera que la canonización cambie la forma en que los sahuayenses le rinden culto al Niño Cristero desde 1928. “Lo que cambia con la canonización es que es un Santo que viene propuesto no solamente por Sahuayo sino por todo el mundo”. “En Polonia lo han propuesto como patrono de la juventud, en Francia simplemente para la canonización participaron grupos muy números de scouts que lo han adoptado como patrón de sus grupos. Es una figura que pasa a ser propuesta como modelo de fe a los jóvenes del mundo entero”.
¿Por qué específicamente en estos países se ha despertado esta devoción?
Primero porque lo presentan como un joven que supo vivir los valores de la fe con mucha radicalidad, con mucha valentía. En el contexto del mundo en que estamos hoy, faltan estas figuras para presentar a los jóvenes. La de alguien que a los catorce años es capaz de un gran ideal como fue el suyo. Después, yo creo que ha nacido la devoción en estos países porque ya empieza a correr su biografía, la película de la Cristiada ha dado a conocer bastante sobre él.
¿A partir de cuándo empieza a ser popular la figura del Niño?
No hace mucho tiempo. Después de la beatificación o quizá un poco antes. Máximo unos diez años.
¿En México no se piensa hacer a este niño Patrono de la juventud?
Yo ahorita no se cuál sea la propuesta de los obispos. Lo que he oído entre los sacerdotes es que también van a presentar esta propuesta. También aquí en México están descubriendo la importancia de San José para la Iglesia. En el centro del país, es una figura que se conoce. En otras áreas del país no siento que todavía haya una gran difusión.
¿Por qué esta popularidad no surgió al mismo tiempo que la que tienen otros cristeros como el Padre Pro?
El padre Pro desde su martirio hubo publicaciones que lo daban a conocer. Había libros que en Europa circularon presentando su figura. La de Joselito quedó por muchos años desconocida para mucha gente. Joselito ha sido afortunado porque ha habido personas que le permitieron salir del anonimato. Pero como él hay miles.
¿Qué lo diferencia de otros santos mexicanos?
Con lo sencillo de su testimonio se hace más fuerte por lo joven que es. La santidad no es sólo de viejitos que se han probado en las virtudes a lo largo de toda vida. La santidad puede llegar a cualquier persona que descubre a Cristo como el centro de su vida. Ese es el secreto de la Santidad.
¿Qué puede decir del templo que se piensa erigir en honor de José?
La idea es abrir un centro que no sea solamente de devoción, sino también de devoción pastoral que ayude a la población y a toda le región a formarse en esta fe. Se pretende construirlo en los límites de Sahuayo y Jiquilpan.
Fuentes:
Meyer, Jean. La Cristiada, tomo II, “Los cristeros”
Entrevistas con Miguel Cedillo, religiosa de la orden de la Visitación y P. Enrique Sánchez. Cifras de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
Hemeroteca y Archivo fotográfico de EL UNIVERSAL.