2017 será un año de retos; debe también ser un año de soluciones. La coyuntura nos impone desafíos nuevos, pero también subraya problemas que hemos enfrentado durante años y que debemos superar de una vez por todas.

México se ha beneficiado de un gran dinamismo del comercio exterior, pero ha postergado el fortalecimiento de su mercado interno. Ahora, necesitamos defender los beneficios del libre comercio y al mismo tiempo poner en marcha una agenda de desarrollo interno que genere oportunidades de empleo y bienestar para todos los mexicanos.

El nuevo presidente de Estados Unidos ha cuestionado los beneficios del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) por el déficit comercial de 49 mil millones de dólares que tiene ese país con México. Sin embargo, los intercambios son tan cuantiosos que analizar sus beneficios exige observar variables más allá del balance comercial.

Estados Unidos mantiene un superávit en el intercambio de servicios, que son su mayor fortaleza. De acuerdo con el Departamento de Comercio de Estados Unidos, México es el segundo mercado de exportación más importante, comprando principalmente maquinaria y vehículos, pero también bienes agropecuarios: en 2015, nuestro país fue el tercer destino de exportación del sector primario estadounidense.

En el mundo contemporáneo, la competitividad demanda economías de escala, especialización de las naciones y una mayor productividad de regiones, no solo países.

Los mexicanos tenemos que demostrarle a nuestro vecino del Norte que su competitividad en el mundo depende de la integración de nuestras cadenas de valor.

Para lograrlo, México puede enriquecer el TLCAN, buscando soluciones que permitan a ambos países cumplir su principal objetivo: crear empleos en ambos lados de la frontera. En esta tarea contamos con un equipo negociador experimentado. Probablemente, México sea el país con mayor capital humano en materia de negociaciones comerciales internacionales. Desde hace más de 20 años, el sector privado acompaña también las negociaciones en el llamado “Cuarto de Junto”, desde donde hemos construido y acumulado experiencias, aprendizajes y lecciones relevantes.

México ha sido un beneficiario y un promotor del libre comercio y la apertura y hoy tiene que defenderlo. Pero también es necesario que tomemos acciones concretas para fortalecer el mercado interno. Nuestro país debe seguir apostando por la productividad, continuar incorporando nuevas tecnologías, invirtiendo en la incorporación de innovación en todos sus procesos productivos y producir más y mejor con los mismos recursos. Empresas, academia y política pública pueden unirse en torno a estos objetivos, mediante modelos de triple hélice.

Esta apuesta por la productividad no sólo fortalecerá nuestra posición frente al exterior, sino que nos ayudará a detonar el enorme potencial de nuestro mercado doméstico.

En México tenemos que encontrar en los retos de la coyuntura un aliciente para resolver con presteza los grandes problemas que han limitado nuestra productividad en el pasado: una regulación excesiva, un esquema fiscal que inhibe y no propicia las inversiones, así como la falta de instituciones fuertes que garanticen un pleno Estado de derecho, la certidumbre de los negocios y la integridad de los individuos.

México debe construir una agenda de desarrollo que inicie por una reforma de sus instituciones, por el combate a la corrupción y, en general, el establecimiento de un mejor ambiente para la inversión y el empleo. En esta tarea tenemos que trabajar juntos: sociedad y gobierno: sectores público y privado; empresarios de México, Estados Unidos y Canadá. No se trata de las expectativas económicas de las empresas, sino del empleo de los mexicanos y el modelo de desarrollo que ha demostrado ser más eficaz, en México y en el mundo.

Presidente del Consejo Coordinador Empresarial.

@jpcastanon

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