Imaginen que una chica rubia, radiante, sexy y dispuesta a todo toca a la puerta de su habitación una tarde de junio. Ustedes están ahí, nerviosos, preparan su Hasselblad, revisan la película disponible, imaginan las fotos que harán. Han pasado cinco horas de espera para esta cita y finalmente aparece. Ustedes tienen prevista una sesión de dos horas para Vogue; ella tiene todo el día, incluso pasan la noche juntos, amanece y la sesión de fotos continúa hasta que se acaba la última gota de champagne.

Es la habitación 261 del Hotel Bel Air en Los Ángeles. Es Marilyn Monroe y será la última sesión de fotos que ofrezca el ícono sexual del siglo XX. Eso fue lo que vivió Bert Stern, fotógrafo de moda norteamericano quien retrató por última vez a la Monroe. Cinco semanas más tarde, ella se quitaría la vida. Apenas cumplió los 36 y nos abandonó a todos. Incluso a los que aún no habíamos nacido. El próximo 1 de junio, ella cumpliría 90 años.

Esta imagen forma parte de aquella sesión memorable para Stern. Es una imagen marcada por el plumón de Stern. De hecho, las mejores imágenes de aquel encuentro se publicaron hasta 1982, 20 años después de tomadas, y no fue sino hasta entrado el siglo XXI que los demás conocimos los detalles de aquella sesión y se difundieron hasta los contactos, revelando cuadro por cuadro y rematando con una selfie que ambos se tomaron frente al espejo.

Aunque la sesión comenzó como todas, en un ambiente profesional y con ropa de marca, aquella tarde-noche todo cambió, en algún momento ella preguntó con su coquetería natural: “¿Quieres fotografiarme desnuda, verdad?”, en ese instante Bert olvidó que estaba casado, olvidó su vida en Nueva York, se había enamorado de golpe y se inspiró.

En aquel último autorretrato que se hicieron juntos se observa la cama deshecha, ella desnuda entre las sábanas, un par de botellas en primer plano y el profesional congelando aquel instante. Nada íntimo sucedió, aseguró Stern en varias entrevistas años después. Da igual, hoy contamos con una joya visual plasmada en plata sobre gelatina.

Aquí una muestra, la mirada sensual de quien se sabe deseada.

Hace 10 años, tuve la oportunidad de ver el trabajo completo en una deliciosa exposición que se presentó en París, allá por 2006. Es quizá una de las series fotográficas que más he disfrutado, me trasladó a otros tiempos, a otra dimensión. Era Marilyn sin maquillaje.

@MxUlysses

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