En el pasado festival de cine de Cannes, la actriz Susan Sarandon dijo que hoy ya no se podría filmar una película como Thelma y Louise en la que ella y Gina Davis huían de la vida que el destino les había deparado y la pasaban muy bien, pero el mundo las persiguió y cuando ya estaban acorraladas prefirieron lanzarse al abismo que volver a aquello. ¿Por qué ya no se podría? le preguntaron. Porque hoy ya no se aceptan ciertas cosas, y a ellas se les dijo que promovían el suicidio.

También el director Richard Attenborough ha dicho que hoy ya no se podrian filmar películas como algunas que él hizo, como aquella en la que dos jóvenes recorrían el mundo, porque lo impedirían los ministerios de salud, educación, seguridad en el trabajo, etc.

Es que hoy todos están preocupados por no meter la pata en lo que se considera correcto. Y esa corrección ha llegado a niveles insufribles. Ya nadie se atreve a decir que alguna persona es ciega, gorda, vieja. Aunque eso sea verdad, se habla de diversidad o de capacidades diferentes. Para decir negro, que es la descripción de un color de piel, hay que decir africano-americano, para decir judío que es la descripción de una religión, se prefiere decir israelita, con todo y que la persona a la que se refieren no sea originaria de Israel. Para decir indios, que se refiere a una condición étnica, se dice pueblos originarios, lo cual tampoco necesariamente significa lo mismo y no siempre es el caso.

Las cosas han llegado tan lejos, que en el Rijksmuseum de Amsterdam, la responsable del Departamento de Historia del arte decidió desterrar de los rótulos de las pinturas veintitrés vocablos, entre ellos “negro”, “cafre”, “indio”, “enano”, “esquimal”, “moro”, “mahometano”, por considerarlos despectivos, sin importar si así los tituló su creador. Por su parte, la BBC de Londres ha decidido que su programación es “demasiado cristiana” y que tiene que dejar más tiempo para que otras religiones estén presentes en ella.

Todo eso me recordó lo que contaba el escritor Gonzalo Celorio, de que hoy ese sencillo dicho de “el perro es el mejor amigo del hombre”, tendría que enunciarse así: “el perro y/o la perra, son el mejor amigo y/o la mejor amiga del hombre y/o de la mujer”.

Esto viene a cuento, porque la corrección en México nos obliga hoy a decir que el diálogo es la única forma de resolver los problemas, pero la realidad es que no hay tal. Por ejemplo en el caso de la CNTE o de otros grupos, que bloquean carreteras, secuestran camiones, prenden fuego a edificios, trasquilan a personas, mientras afirman que el gobierno tiene que dialogar con ellos y mientras ese diálogo efectivamente se está llevando a cabo. Y del otro lado sucede lo mismo: el presidente de la Republica y el secretario de Educación siguen hablando de la reforma educativa como si todo lo que sucede no les hiciera la mínima mella, incluido los acuerdos a que se ha llegado con los diálogos.

Viene también a cuento, porque la corrección hoy es seguir la moda de acusar a todo mundo de lo que sea, sin tener que probar nada y ni siquiera tener que dar la cara. Así, con tal de vender o de hacerse notar, se acusa a cualquier funcionario público de ser por definición transa y corrupto, manipulando datos o de plano inventando lo que sea.

Con toda intención inicié este ar-
tículo relatando ejemplos que muestran que la corrección puede llegar a situaciones absurdas, pero también con toda intención lo terminé mostrando que puede llegar a situaciones de enorme injusticia que hacen daño y hasta destruyen el trabajo y la reputación de quienes hacen bien lo que hacen, algo que afortunadamente todavía existe en nuestro país.

Algo que empezó siendo una propuesta para mejorar nuestro trato hacia los demás (y que sí ha servido para eso), ha terminado convertido en lo contrario (para lo cual lamentablemente también está sirviendo).

Escritora e investigadora en la UNAM

sarasef@prodigy.net.mx

www.sarasefchovich.com

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