Acaba de extinguirse la vida de Rodolfo Stavenhagen en su refugió selvático de Morelos: síntesis natural del pluriculturalismo. Mi amigo y contemporáneo fue un sabio: aquel que transforma el conocimiento científico en una visión tolerante y a la vez militante frente al mundo. Se ha dicho que creció en un ambiente infértil para la diversidad cultural, sólo compensable por la creencia en la dignidad humana. Su vida fue un ejemplo de compatibilidad creativa entre la teoría crítica, las políticas públicas y el activismo. Fue definido en su muerte como un pensador que sonreía.

Su legado se resume en las múltiples luchas que encarnó a favor de los pueblos indígenas de México, del Continente Americano y del planeta. Siempre comprometido en contra de la explotación humana, fue en realidad un gran cosmopolita, opuesto a todas las variantes de la globalización arrolladora. Defensor de los derechos de las minorías, singularidades étnicas y expresiones culturales. El humanismo posible de nuestro tiempo. El conocimiento contemporáneo ha revelado que el 95% de los seres humanos posee un ADN homologable y que sólo el 5% restante acusa diferencias. Sin embargo este mínimo margen ha construido los aparatos políticos del odio, la dominación y la discriminación que pueblan la historia.

Sociólogo y antropólogo, fue discípulo de quienes convirtieron una teoría evolucionista de la humanidad —según el legado de Auguste Comte— en una comprensión de la sociedad que advierte la disolución ontológica de nuestra especie en la estratificación racial y en la negación de la alteridad. La antropología social, de la cual fue gran maestro, resuelve esta contradicción, por el reconocimiento y el respeto de todas las variantes de la expresión humana.

Me he ocupado en otros textos de la aventura intelectual de Rodolfo en la que probó la mentira sobre el carácter “dual” de nuestras naciones y esclareció que resultan de un mismo proceso histórico, en el cual las relaciones entre grupos “arcaicos” y los “modernos” o “capitalistas” son parte de una sola sociedad global de la que ambos polos son partes integrantes. Expresiones de un colonialismo interno que es a su vez reflejo de un colonialismo mundial.

El resultado ineluctable de la obra de Rodolfo lo convirtió en precursor de la universalidad de los derechos. En 1982 fundamos la Academia Mexicana de Derechos Humanos, que se empeño en la suscripción por parte de México de tratados y convenciones internacionales en la materia. Hasta entonces no había ningún curso, ni diplomado, ni organización formal dedicada a esta promoción fundamental. Discutimos si se trataba sólo de una tarea académica o también debería avocarse a la defensa de casos concretos. Finalmente, una condición de la que forme parte concluyó que nuestro propósito inmediato era esclarecer “causas”. Esto es, las principales categorías de la denegación de derechos fundamentales en nuestro país.

En 1976, al asumir la titularidad de la Secretaria de Educación, convencí a Rodolfo para que asumiera la Coordinación de Culturas Étnicas y Populares, con alcance y visión transversal, que corrigiera la tradición criolla y la decadente “mestizofilia” instaurada como dogma de la unidad nacional. Entre otras reformas constitucionales propusimos la modificación de la fracción B del apartado II del artículo 3° —todavía en vigor— según la cual la educación buscará “la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura”. Sugeríamos reemplazar esta frase por otra que hablará del “fortalecimiento de la identidad nacional a través de la continuidad y acrecentamiento de todas sus culturas”.

Necesitábamos acreditar con acciones internas nuestra cruzada a favor de la educación bilingüe y bicultural en Estados Unidos. Vivíamos también un fervor hispanista atizado por la reanudación de relaciones diplomáticas con nuestra antigua metrópoli. El Presidente de la República me convocó para discutir el tema y me espetó que si consideraba una expresión de la cultura “los indios coras cogiéndose a la tierra”, a lo que respondí que era una evidencia antropológica. Muchas otras incomprensiones persiguieron a Rodolfo, aun en su actividad internacional. Pero la herencia de todos esos intentos se resume en el proyecto sobre derechos de los pueblos, comunidades indígenas y barrios originarios de la Constitución de la Ciudad de México, cuyo texto está avalado por su firma y la solvencia de su inmensa batalla intelectual.

Comisionado para la reforma política de la Ciudad de México

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