Ahora que terminó el 2016, me gustaría compartir algunas reflexiones en espera de que el año que recién inició sea de estabilidad para el deporte en México. Lo sucedido en 2016 y en lo que va del sexenio ha sido penoso para el deporte mexicano; primero por el despilfarro de los ocho mil millones de pesos que se otorgaron como parte del primer presupuesto obtenido por quienes dirigían a la Conade en aquel momento y que cometieron muchos errores, lo que trajo consecuencias graves.

Desgraciadamente, no aprovechar este apoyo que se tenía ha hecho que para este 2017 apenas rebasemos los dos mil millones de beneficio gubernamental. Esto es impactante. Para cualquier persona que sabe de economía resulta siempre más fácil reducir presupuestos cuando el que se tiene no se utiliza de manera adecuada. Cuando no hay resultados, es lógico que bajen los recursos. Toda la gente que estamos inmersos en el deporte sabemos que ocho mil millones de pesos (de 2013) era una cifra con la que se debía impulsar el desarrollo del deporte sin carencias.

Con esta suma superábamos a países como Australia y a la mayor parte de América Latina. Con eso se podían hacer maravillas, pero la falta de imaginación, de planeación, pero sobre todo la corrupción hicieron que se esfumaran estas cantidades para la gente que practica el deporte. Incluso creo que ocho mil millones era poco para todo lo que se tenía que hacer en los municipios, estados y en el deporte nacional; si a eso le sumamos los malos manejos, la reacción de la Secretaría de Hacienda fue natural al darse cuenta del despilfarro y la falta de transparencia.

Sin duda que fue un año difícil, de controversias y cosas negativas que no dejaron buen sabor de boca en el deporte mexicano. Estoy convencido de que se puede dar la vuelta a esta imagen con directivos realmente comprometidos con su labor y que no solamente vean por el beneficio de unos cuantos. Sé que se pueden hacer cosas maravillosas siempre y cuando el dinero se utilice de forma adecuada, equitativa.

Desde que estoy en esto, han sido pocas las ocasiones que he visto a las autoridades realmente interesadas en arreglar lo podrido del deporte. Sería bueno que revisaran de manera completa el trabajo desde el inicio de la Conade, con todos los directores entre los que por supuesto me incluyo. No es posible que no se hayan logrado mejores resultados en este sexenio, que había arrancado con gran apoyo del gobierno, con tan buena voluntad en los presupuestos y que después de 2013 se fue a la borda por la incompetencia y voracidad de algunos cuantos.

Después de que en ese 2013 alcanzó ocho mil millones de pesos, para el 2014 bajó a poco más de cuatro mil millones, cantidad que se mantuvo para el año siguiente. Sin embargo, un nuevo recorte se presentó para 2016 hasta quedar con un presupuesto de dos mil 800 millones de pesos, lo que representó un 60 por ciento menos que la cantidad inicial en este sexenio.

Ya es hora de que las autoridades responsables de vigilar este gasto busquen que esos recursos se utilicen de manera adecuada, o los deportistas y el deporte en general seguirán sufriendo. No quiero ser pesimista, pero será importante que se prevengan estos malos manejos. Seguro me tacharán de fatalista por recordarles lo malo, pero si algo es claro, es que la reducción del presupuesto tiene que ver con la pobreza de resultados a nivel internacional, el mal trabajo en el deporte de alta competencia, errores en la construcción de infraestructura, en la campaña contra la obesidad y en el deporte para todos. Todo esto se ha sumado para mal y es una lástima. Lo tengo que decir en el ámbito del deporte, pero sabemos que esto existe en muchos otros renglones del país. Espero que las autoridades con la responsabilidad de vigilar que todo se haga correctamente trabajen para que saquen adelante esto y sea un mejor 2017.

Profesor

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