Recientemente, en un reportaje de UnoTV se informó de las supuestas malas prácticas que realiza el entrenador Sergio Ramírez Zúñiga con los “niños Triqui”, jugadores de basquetbol, a quienes se indica en el reportaje, explota con eventos privados y conferencias. Esta historia ha producido diversas reacciones en torno al personaje y los hechos, y no es para menos.
Por eso, se necesita una investigación inmediata para esclarecer estas acusaciones que son terribles y que van más allá del deporte en nuestro país, en donde ya no podemos permitir que este tipo de acciones, si es que se comprueban, queden sin castigo y sean un renglón más en el amplio listado de la impunidad que vivimos. 
 Recordemos la historia de estos pequeños, quienes saltaron a la fama por su gran capacidad para jugar al basquetbol, sin importar que lo hicieran descalzos y con grandes carencias en su comunidad. Fue en el 2013, después de triunfar en  un campeonato en Argentina, que Ramírez Zúñiga y sus jugadores se ganaron el reconocimiento de la sociedad y las autoridades. Desde entonces, también, comenzaron los apoyos.
Lo que sabíamos, hasta antes de que  salieran a la luz estos reportajes, es que estos pequeños ya no juegan descalzos, que han recibido material para que continúen con la práctica del basquetbol, para que coman tres veces al día y para que sigan con sus estudios, además de que han sido invitados a torneos en diferentes países.
 Sin embargo, lo que ahora nos pintan con un rostro diferente es algo que la sociedad mexicana no puede dejar pasar como si nada. Si el señor Ramírez Zúñiga es inocente de lo que se le acusa, no debe tener ningún problema en demostrarlo y con todo derecho exigir su derecho de réplica. Aquí no se trata de acusar por acusar o de ensuciar una labor por intereses de terceros, pero el tema es grave y no debe quedar ahí. Tenemos que exigir que las autoridades del deporte, y de ser necesario otro tipo de autoridades, investiguen lo que realmente ha ocurrido.
 Se habla de que junto con la empresa que coordina estas contrataciones, cobra más de 200 mil pesos por presentación, en las que pone a jugar a estos niños por espacio de 30 minutos con firmas de autógrafos, entre otras actividades. También recuerdan que ha recibido más de dos millones de pesos en apoyos por parte del gobierno de Oaxaca (vía su Instituto del Deporte), para mantener este proyecto, además de otros apoyos para hospedaje y alimentación.
 Me queda claro que aquí todo mundo hace negocio con el deporte en diferentes formas,  pero ningún político, empresario, entrenador o atleta, se puede salir de las normas establecidas y hacer cosas que nada tienen que ver con el fomento deportivo y en el caso de los empresarios, de brindar un servicio de calidad para que la gente realice alguna actividad de manera correcta. También me queda claro que no podemos acusar a una persona a la ligera porque de no comprobarse lo que se señala, solamente se genera un daño para los proyectos y su credibilidad. Ya cada quien será responsable de sus palabras y su actos, pero de ahí la necesidad de exigir una investigación.
 México no puede ser más “impunilandia” y necesitamos que este caso se trabaje de la manera correcta hasta saber si estas acusaciones son verdad; de serlo, deben castigar a los responsables y no abandonar a estos niños, a estos deportistas, quienes son los menos culpables de lo que ocurre a su alrededor. De no ser comprobada la información, también debería haber un castigo. Lo cierto es que la sociedad está cansada de los  malos manejos, del enriquecimiento personal de algunos y de que en nuestro país sea más fácil navegar con la impunidad de acompañante. Tan es así, que en este tipo de historias se genera una enorme duda.

Profesor 

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses

[Publicidad]