El video es magistralmente aterrador. Mediante un profundo conocimiento de redes sociales y de la comunicación de hoy, el “comercial” que difundió ISIS hace unas semanas, no solo fue producido empleando gráficas, imágenes y datos simples de entender, sino que fue intencionalmente viralizado unos pocos días después de los atentados en París. Justo cuando un gran sector de las audiencias en todo el planeta se encontraba en estado de shock por los ataques. Así, paralizados como estábamos, el mensaje penetra y cala: “Nuestro califato, en toda su gloria, prevalece y se expande”, nos dice una voz en un perfecto inglés. “Ya es más grande que la Gran Bretaña; ocho veces el tamaño de Bélgica, 30 veces el tamaño de Qatar”. Su eficacia fue de tal magnitud, que la gran mayoría de medios en países como el nuestro, colocaban el foco en la amenaza emitida, en conocer hasta qué punto corríamos riesgos de ser víctimas de ataques a manos del “Estado Islámico”. Una labor de escrutinio un poco más minuciosa para verificar la veracidad de la “expansión” o “tamaño” del “califato” que el video comunica, sin embargo, hubiera revelado que ISIS se encontraba ya en esas fechas perdiendo buena parte del espacio que controla. O que más que porciones completas y continuas de territorio, ISIS domina muchos pequeños focos o “bolsas” de territorio, no siempre conectadas entre sí, varias de las cuales van y vienen de sus manos continuamente. Esta semana, ISIS perdió una “bolsa” mayor, la ciudad de Ramadi en Irak, quizás su segunda derrota más importante en ese país. Con ello, ha perdido un 40% del territorio de Irak que controlaba en 2014. No obstante, eso a veces pareciera resultar irrelevante en términos de la otra guerra de ISIS, la psicológica, en la que siempre parece ganar.  Se habla de lo que ISIS quiere que se hable, cuando y como quiere que se hable. Eso, justamente, es lo que tiene que cambiar para acompañar las victorias materiales de victorias en la esfera no material, la esfera que dota de poder a la idea que esa organización representa.

Lo peligroso de ISIS no es solamente su capacidad militar, o la habilidad que ha tenido para dominar territorio y financiarse, o su capacidad para utilizar tácticas terroristas cuando lo requiere, o en atraer seguidores y espantar a enemigos, o en su habilidad para expandirse sin expandirse, difundiendo su bandera, ganando franquicias y lealtades de grupos preexistentes. El mayor peligro de ISIS radica en el hecho de que es todo eso a la vez, en su hibridez, en su capacidad de mutar cuando lo necesita, y con ello, colocarse a la vanguardia de sus rivales y enemigos. Por consiguiente, las estrategias para combatirle tienen que ser igualmente híbridas, múltiples, adaptables, y deben aprovechar momentos como el shock que la organización está viviendo esta semana, para dar pasos no solo en lo material, sino en el mundo de la comunicación, el de los símbolos, el del lenguaje y la psicología.

Por ejemplo, algunas de las acciones que se requerirían en una semana como esta tendrían que incluir: (1) Comunicar de manera eficaz lo que significa la pérdida de Ramadi para el “Estado Islámico”, (2) Contextualizar esa derrota dentro del 40% de territorio iraquí que la organización ha perdido desde 2014, (3) Aunarlo a las otras derrotas que ISIS ha tenido en Siria en las últimas semanas, (4) Explicar lo que significa el que ISIS se mantenga controlando focos o “bolsones” de territorio discontinuo, y por ende, la inviabilidad de conservarlos en el largo plazo, (5) Contrarrestar, por tanto, la narrativa de ISIS como “estado”, y devolverle el sitio que nunca debió perder: la narrativa de ISIS como organización insurgente y terrorista, (6) En estas páginas hemos indicado que para combatir el terrorismo en el mediano y largo plazos, se requiere de procesos para pacificar los conflictos de donde estas organizaciones más se alimentan, además de políticas de integración e inclusión política, económica y social en las regiones donde el terrorismo florece. Por consiguiente, debido a que eso no está aún sucediendo -y si acaso ocurre, tardará mucho en materializarse-, hay que explicar también que como grupo terrorista que es, la pérdida de porciones del territorio que controla ISIS, lamentablemente no disminuirá el número de atentados cometidos; de hecho, probablemente incrementará su frecuencia, lo que no significa que el “Estado Islámico” esté en expansión, sino que se entra a otra fase de lucha en contra de éste. Por un lado, dentro de los propios territorios sirio e iraquí, es altamente probable que a medida que el grupo se repliegue de las zonas que actualmente comanda, escale el número de ataques suicidas y explosiones en contra de militares y civiles en todas aquellas regiones. Además, gracias a la penetración de su nombre entre grupos e individuos en todo el planeta, ISIS llamará constantemente a sus seguidores a efectuar ataques sobre todo similares al que se vivió en California hace unas semanas, sin descartar ataques más coordinados como los ocurridos en noviembre en París. Esto sucede justamente porque gracias a ese tipo de tácticas, la organización comunica que sigue viva y en expansión, y que la pérdida de territorio no le afecta.

Pero ese es justo el tema. A ISIS sí le afecta, y mucho. Quizás, si se tratase de otra organización, cuyo mensaje no descansa en sus posesiones materiales, le impactaría mucho menos. Pero si ISIS está posicionada como está posicionada, ello es gracias a que ha sido capaz de comunicar exitosamente su diferencia con otras organizaciones como Al Qaeda. ISIS busca constantemente decir que ellos no son un “grupo”, “milicia” u “organización”, sino un estado, un califato que controla territorio, y que “es más grande que la Gran Bretaña” y “ocho veces Bélgica”. Por tanto, si ISIS pierde territorio, su calidad de “estado” en expansión, es vulnerada. La sola comunicación de esa idea podría ser tan importante como la ganancia táctica material que la victoria de la ciudad de Ramadi representa para las fuerzas iraquíes apoyadas por Washington. Porque para mantener semejante cantidad de territorio, el “Estado Islámico” necesita recursos, y necesita una gran cantidad de personal para proteger, administrar, y “expandir” las zonas que controla, es decir, necesita conservar su capacidad de atracción para sostener un influjo constante de nuevos reclutas que reemplacen a los miles que está perdiendo en sus batallas. Golpear esa capacidad de atracción, por tanto, le dolería tanto o más que perder cualquiera de sus ciudades. Falta, sin embargo, que eso se entienda, y que se logre diseñar estrategias de comunicación no con la misma, sino con mayor eficacia que la que logran los “community managers” de ISIS.

Twitter: @maurimm

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