Con el anuncio de ayer podemos entender la forma en que EPN ve al país. Queda claro que a pesar de las apabullantes encuestas sobre el desempeño gubernamental, el jefe del Estado no está insatisfecho con su equipo. Se ve más rotación que cambios de fondo, se ven más premios que castigos. El Presidente manda cinco señales para el segundo tramo de su administración. Con el Peña 2 EPN conserva, promueve, abre su baraja, consuela y cobra facturas, temas dispares que conviene considerar por separado.

1) Conserva la estructura básica del gabinete. Es notable que a pesar de la situación que vive el país y el desgaste que tienen los secretarios de Hacienda, Gobernación y Comunicaciones, esas dependencias no se ven afectadas por la reestructuración. La fuga del Chapo no afecta la continuidad de Osorio, a pesar de ser el responsable político de la mayor pifia que ha tenido el gobierno. El Presidente reitera su confianza a Ruiz Esparza en la SCT, quien tiene un alto perfil de desgaste desde que se suprimiera el tren México-Querétaro, en condiciones todavía nebulosas. En ambos casos (la fuga del Chapo y la bofetada a los chinos) el Presidente decide absorber los costos y ratifica su confianza a los titulares. Intrigante. El secretario de Hacienda, quien a diferencia de los anteriores no ha tenido una crisis imputable de manera directa a su oficina, queda como el hombre más poderoso del gabinete, no sólo por conservar el cargo, sino porque buena parte de los nuevos secretarios tienen mayor afinidad con él.

2) Abre la baraja sucesoria con la habilitación de tres aspirantes serios a una precandidatura, con lo cual el Presidente se da un margen (que ya había ampliado con la llegada de Beltrones al PRI) para salir de la dualidad Osorio/Videgaray. Meade, un secretario muy valorado por sus habilidades técnicas y políticas, pasa a ocupar una posición desde la cual se habilita automáticamente para la grande. Es, a mi juicio, el nombramiento más importante de los anunciados ayer. Aurelio Nuño es otro de los que pasan al primer cuadro y por su papel en la negociación del Pacto por México y la enorme confianza que el Presidente le dispensa, se ubica también en el colegio cardenalicio. Lo mismo ocurre, pero en menor medida, con Calzada, quien sube al gabinete pero en una posición más discreta.

3) Reconoce a importantes familias del PRI en funcionarios que le han entregado buenas cuentas como es el caso de Ruiz Massieu. No entiendo demasiado bien lo que persigue el Presidente con ese nombramiento, pero es claramente una promoción. Lo mismo ocurre con Enrique de la Madrid, quien pasa a ocupar una posición secretarial (en Turismo). Enrique no solamente ha tenido una muy buena gestión en Bancomext, fue el responsable de entregar (en el periodo de transición) un diagnóstico muy completo sobre el campo, que le hubiese valido la secretaría del ramo. Pachiano sube un peldaño y Francisco Guzmán escala hasta la oficina más importante de la casa presidencial.

4) Consuela a Rosario Robles ofreciéndole una vía de salida con una secretaría que, a pesar de su reestructuración, simplemente no ha despegado.

5) Cobra muy pocas facturas por el desempeño, como si el país estuviese en idilio con su gobierno y de paso manda un mensaje de relevo generacional. En resumidas cuentas el 65 por ciento de desaprobación la pagan Chuayfett, Murillo, Martínez y Rubido. No alcanza para cambiar drásticamente la opinión pública y mandar un mensaje de renovación.

El Presidente ha decidido ampliar su baraja sucesoria, pero no libera lastre. Ha decidido seguir pagando de su propia pecunia el desgaste de sus secretarios.

Analista político.

@leonardocurzio

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