Al punto que la Reserva Federal (Fed) estaba por comenzar la normalización de las tasas de interés, una serie de eventos en el escenario económico mundial y la muy baja inflación en Estados Unidos, orillaron a que los banqueros centrales de este país decidieran posponer el incremento en el costo del dinero.

Después del estallido de la crisis de 2008, la gran inyección de liquidez fue factor crítico para impulsar el funcionamiento de los mercados financieros de Estados Unidos y del mundo. El momento de restricción monetaria, vendría condicionado a la recuperación de la economía estadounidense y esto se esperaba sería anunciado en la reunión de septiembre del Fed, que no sucedió.

Si bien, a pesar de que esta economía ya daba muestras claras de reactivación en relación a su actividad productiva y generación de empleos (en agosto la tasa de desempleo fue de 5.1%, frente al 10% alcanzado en octubre de 2009, en los peores momentos de la crisis), la Fed decidió no subir su tasa de referencia.

Sin embargo, hubo razones de peso para esta decisión ya que en el escenario mundial han aparecido nubarrones que podían desencadenar en una recesión global en 2016. Así mismo, el otro indicador, la inflación, que la Fed marcó como clave para tomar la opción de aumentar el costo de dinero fue también decisivo. Esto último porque debido a que la baja en los costos de los energéticos y de alimentos, han provocado que el aumento de precios en Estados Unidos sea menor a 2%, objetivo específico de convergencia.

Lo cierto es que la economía mundial ha estado debilitándose y si bien los bancos centrales de Europa y Japón han estado llenando los vacíos que ha dejado el programa de inyecciones de liquidez de la Fed y que abandonara hace casi un año, esto no ha sido suficiente para estimular a la economía mundial.

Varios analistas apuntaron que no era prudente en este momento la normalización de la política monetaria estadounidense, aún más cuando la caída del precio del petróleo y materia primas, en general, así como la volatilidad asociada a la expectativa de una inminente alza de las tasas de interés en ese país, han generado una fuerte desacumulación de reservas internacionales y depreciación de monedas general, ante una salida de capitales considerable del mundo emergente.

Adicionalmente, la brusca desaceleración de la economía china, la segunda a nivel mundial, atizó las alarmas –entre otras razones, por sus implicaciones sobre los precios de materias primas– y el desplome de los mercados bursátiles fueron un nuevo indicio de que no era propicio de subir el costo del dinero.

Los que piensan lo contrario, consideran que un aumento de cuarto de punto porcentual en la tasa de referencia (actualmente la tasa se ubica fluctuando entre 0.0 y 0.25%, tras 7 años de una política monetaria acomodaticia para contribuir a la recuperación económica de Estados Unidos) no hubiera representado un aumento significativo en el costo, pero hubiera dado tregua a los mercados. Se considera que la Fed tendría que llevar la tasa de referencia a 2.5% para considerar que completó la normalización, desde luego esto se haría en una forma gradual.

Lo cierto es que la decisión de la Fed de aplazar el alza, supondrá que la volatilidad de los mercados seguirá lo que resta del año porque la incertidumbre se prolongará, probablemente con repercusiones para nuestra economía en tipo de cambio y en expectativas inflacionarias.

Por ahora la Junta de Gobierno del Banco de México decidió mantener en 3% la tasa de interés interbancaria a un día, ya que la inflación general sigue ubicándose por debajo del objetivo de 3% (en agosto pasado la inflación anual se situó en 2.59%, su nivel más bajo desde que se tiene registro), en tanto que la economía sigue mostrando debilidad.

Coordinadora de la Maestría en Economía y Negocios en la Universidad Anáhuac

e-mail: idea@anahuac.mx

Twitter: @IDEA_Anahuac

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