Después de que el Banco de México alertara sobre la necesidad de un recorte al gasto y el tipo de cambio superara la barrera de los 19 pesos por dólar, generando preocupaciones entre los círculos de financieros y empresarios, los ajustes no se hicieron esperar.

Así, de una forma coordinada, el Gobernador del Banco de México y el Secretario de Hacienda anunciaron un conjunto de medidas monetarias, fiscales y cambiarias para hacer frente al embate de las finanzas públicas ante el desplome de los petroprecios y el menor crecimiento mundial, sobre todo de Estados Unidos, que enciende ya focos rojos y se habla de una posible recesión.

La disminución preventiva, la segunda en el gasto anual del 2016, será de 132,300 millones de pesos (equivalente al 0.7% del Producto Interno Bruto), que se suma al realizado en 2015, totalizando 229,000 millones de pesos.

La caída abrupta de los petroprecios de alrededor de 400,000 millones de pesos el año pasado, ha presionado la situación fiscal del país, conduciendo a dichos recortes en el gasto público, a mayor imposición tributaria y fiscalización; así como más emisión de deuda pública, como así lo hiciera Petróleos Mexicanos (PEMEX) el año pasado.

El presupuesto de ésta última bajará en 100,000 millones de pesos, en tanto la reducción al gasto federal en 32,300 millones de pesos, la cual será 60% en gasto corriente y 40% en inversión.

Asimismo, la tasa de referencia fue subida en 0.50 puntos porcentuales, quedando en 3.75%, luego de que el 17 de diciembre pasado se viera aumentada en 25 puntos base. Esto sorprendió a los mercados porque este incremento se esperaba fuera de la mitad y hasta junio, en consonancia con el incremento que la Reserva Federal hiciera a su tasa de referencia.

De igual manera, se puso fin a la venta diaria de divisas en el mercado cambiario que se venía realizando desde noviembre (las subastas eran de 200 millones de dólares diarios a un precio mínimo de 1% superior al cierre del día anterior y 200 millones más a una cotización mínima de 1.5% con relación al cierre previo), reservando dicha facultad a situaciones extraordinarias y sustituyendo dicha venta de forma directa del banco central a la banca comercial.

La coordinación de la política económica es condición sine qua non, para el logro de la estabilización económica. Luego el trabajo conjunto de las áreas, hacendaria y monetaria, para hacer frente al deterioro productivo global y la volatilidad de los mercados, fue bien recibido por la iniciativa privada y envió señales positivas a los mercados, que comenzaron a reaccionar favorablemente.

El ajuste no podría haber esperado porque el peso se estaba presionando, por la salida de capitales: por el “flight to quality”, vencimientos, incertidumbre, etc., pero también porque ya se dejaban sentir ataques especulativos sobre la moneda. La autoridad monetaria necesitaba, asimismo, salvaguardar el poder adquisitivo de los consumidores ante el temor de que este debilitamiento de la moneda incidiera fuertemente sobre la inflación.

De igual manera, la contención del desequilibrio de las finanzas públicas y su impacto sobre la economía, era urgente, si bien el costo a pagar sea un menor dinamismo, ya que la holgura de la producción en la economía mexicana sobre un territorio negativo, se alargará por un lapso mayor. Por ahora, resulta difícil definir con precisión el impacto sobre la tasa de crecimiento, pero ésta ya se acerca más al 2% que al 3% estimado, originalmente.

En los tiempos difíciles experimentados y por venir, la receta es clara, “apretarse el cinturón”, y consolidar las metas trazadas hacia el final del sexenio de menores niveles de deuda y déficit.

Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac, en la Universidad Anáhuac

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