Definitivamente no se les puede pedir a los guionistas de las narcoseries que invaden la televisión, sentido de la historia; ya no se diga de una cierta ética para escribir lo más apegado al contexto real del narco, porque parece que cuentan cualquier cosa en piloto automático y, como nadie reclama, o aceptan sin más su versión de los hechos, pues no se dan abasto para “escribir” y contar patrañas que pasan por verdades casi incuestionables.

Entre patrones del mal, señores de los cielos, reinas del Pacífico y viudas negras cada quien escribe del narco como le da su santa gana, y cada quien inventa a los personajes que no importan que no estén dentro de un marco histórico lo más apegado a derecho televisivo, siempre y cuando vendan y esclavicen.

Los ejemplos son más que contradictorios pero qué importa si nadie reclama que en las primeras tres temporadas de la sobrevalorada serie El Señor de los Cielos, disque inspirada en la vida de Amado Carrillo Fuentes, los guionistas: Juan Manuel Andrade, Mariano Calasso, Laura Sosa y Luis Zelkowitz, se pasen de lanzas y, más allá de las investigaciones de la PGR, solucionen por sus pistolas los casos más intrincados que se han vivido en México.

Los asesinatos del cardenal Posadas, Colosio y Paco Stanley son aclarados en una serie donde el protagonista, Rafael Amaya, divide su tiempo entre los polvos y mercas prohibidas, con el salón de belleza para verse macro machín. En la misma serie, sus guionistas meten en el ajo a la DEA y dan por hechas complicidades con el general Jesús Gutiérrez Robollo.

Sacan a balcón a Raúl Salinas de Gortari y la maestra Elba Esther y dan por hecho nexos con el cártel de Juárez, lo mismo que con Felipe Calderón, “relacionado” con los decapitadores Zetas. No escapan en esta historia Vicente Fox y Marta Sahagún y hasta se dan el lujo de especular con la primera fuga de El Chapo.

En Narcos, la internacional serie de Netflix, los guionistas encabezados por Chris Brancato, también se pasan de roscas e inventan cosas que, de vivir, hubieran irritado al mismísimo Pablo Escobar. Pero lo que más molesta en esta historia en donde los héroes son agentes corruptos y asesinos de la DEA, es que gentes como Brain Lowery, de Variety, hable de la serie como “una lección de historia”, o que Neil Genzlinger, del New York Time, reclame un premio para Wagner Moura, que interpreta a Escobar, cuando lo mejor sería que el brasileño, viera la serie completa de El Patrón del Mal, para que supiera de qué lado mastica la iguana.

Pero el premio se los llevan los guionistas Gustavo Bolívar Moreno, Juan José Gaviria y Yesmer Uribe que, convirtieron a La Viuda, Ana Serradilla en una “doctora Lecter”, disque inspirada en Griselda Blanco. Para la próxima que mejor vean antes los documentales de Billy Corben, Cocaine Cowboys.

pepenavar60@gmail.com

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