Los recientes atentados terroristas en París han reabierto las heridas de una sociedad golpeada ferozmente ya dos veces en lo que va del año; el luto por los ataques perpetrados hace apenas 10 meses en contra del semanario Charlie Hebdo seguía, las lágrimas no habían terminado de secar. Las promesas y advertencias de aquella ocasión por parte del presidente Hollande seguían calientes en el aire y parecería que fue ayer cuando el gobierno francés amenazó poner bajo la lupa a prácticamente cualquier ciudadano —o inmigrante— sospechoso, esto sin importar si tenían, desde el Estado, que romper algunas leyes y pasar por el arco del triunfo derechos fundamentales a la privacidad de los pobladores. Aún así, no le alcanzó a la inteligencia francesa.

Pero si el Estado puede actuar en las fronteras de la ilegalidad para hacer justicia, hay entidades sin esa obligación moral de actuar bajo un marco legal específico, irónicamente estas organizaciones han aportado a esa “guerra justa”. Hasta hoy, le han declarado la guerra a ISIS no sólo Francia, también Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Rusia y países que se irán sumando conforme se vaya desarrollando el conflicto; pero no sólo estas naciones “físicas” se han sumado contra el llamado Estado Islámico. Después de los atentados del 7 de enero —y ya desde 2014—, Anonymous prometió acabar con ISIS; en esa ocasión puso en marcha la operación Charlie Hebdo y desactivaron algunas cuentas y sitios relacionados con ISIS apenas unos días después de las agresiones.

Esta vez, Anonymous dice haber empezado su operación más grande a la fecha, y han hackeado en menos de una semana miles de cuentas en Twitter —mismas que han hecho públicas—. Más allá de simplemente borrar dichos perfiles, la organización busca adquirir información a través de los sistemas de ISIS que permita afectar de forma directa su estructura. Un famoso hacktivista relacionado con Anonymous ha hecho público que detectó movimientos en Internet por más de 3 millones de dólares y que están directamente relacionados con los ataques del pasado viernes 13; otra cuenta relacionada con ISIS parece haber recibido 23 millones de dólares apenas en septiembre. Pero también el autoproclamado Estado Islámico ha movido bien sus piezas, ya que dichos fondos se reciben y mueven con Bitcoins y otras criptomonedas digitales —es decir, dinero electrónico— que es muy difícil de rastrear, ya que al obtenerlo —o hacer el cambio de dinero físico— no se necesita ningún tipo de identificación. La criptodivisa tiene suficiente prestigio y penetración en las transacciones en línea, al parecer tanto como para que a ese nivel de movimientos pase casi desapercibido.

Anular los medios electrónicos de comunicación, los sitios en Internet —desde donde recluta ISIS a sus adeptos— y neutralizar los ingresos que reciben las organizaciones terroristas a través de Internet no es poca cosa. Se podría incluso decir que la gente detrás de una computadora puede definir el rumbo de una guerra que tiene en jaque a medio mundo.

@Lacevos

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