Todo mundo hace ya pronósticos acerca de lo que nos depara la presidencia de Donald Trump. ¿Pero alguien sabe quién es realmente este personaje?

Si alguna vez el universo de analistas, estudiosos, encuestadores, sociólogos, académicos y expertos conocido colectivamente como la intelligentsia se ha visto unido en torno a algo, entonces ahora, frente a la estrepitosa equivocación sobre Donald Trump.

Desdeñado y subestimado desde antes, Trump ha sido objeto de más burlas, ofensas y escarnio que cualquier candidato presidencial de los dos grandes partidos en la historia moderna de EU. Su peinado, su aspecto físico, su acento, su léxico, sus declaraciones, su vida personal, su coeficiente intelectual, su moral, su ética, todos han sido cuestionados, liquidados por los medios de comunicación en EU y el resto del mundo.

Pocas veces se ha visto tal uniformidad en las opiniones y preferencias de las élites gubernamentales, mediáticas e intelectuales: prácticamente ningún periódico estadounidense apoyó a Trump en campaña, muchos de sus propios compañeros de partido tomaron brusca distancia y algunos de plano anunciaron que votarían por su rival demócrata. Muchos políticos y mandatarios extranjeros hicieron lo propio, manifestando su apoyo a Hillary Clinton o expresándose negativamente de Trump.

Las críticas se han centrado en lo que todos conocemos: su carácter irascible, su desconocimiento de la política y del arte de gobernar, sus prejuicios étnicos, religiosos y hasta científicos. Su misoginia, su vida personal, su trato a empleados y proveedores, todos están ahí al descubierto, y aun así ganó cómodamente la elección presidencial. Y quien diga que en realidad no la ganó porque Hillary obtuvo la mayoría del voto popular, recuerde que las reglas son esas, y que el susodicho triunfó mucho más claramente que George W. Bush hace 16 años.

Lo interesante es que, en estas cuatro semanas desde la elección, Donald Trump ha ido mostrando facetas de su personalidad que permanecían ocultas, desconocidas para muchos. Conserva, por supuesto, muchas de las que lo hacen preocupante para EU y el resto del mundo, y no voy a minimizarlas ni mucho menos ignorarlas, pero también y al mismo tiempo ha dado una que otra muestra de moderación, de sentido común y hasta de decencia básica para con su antigua rival Hillary.

Los anuncios de quién conformará su equipo son igualmente sorprendentes: sin desmenuzar a cada uno, encontramos sí a derechistas y conservadores (lo cual no debe sorprender, ya que a fin de cuentas ganó el partido de la derecha estadounidense) pero también a algunos demócratas centristas y a republicanos sensatos, así como otros que por mucho que me desagraden por sus posturas político-ideológicas no son atípicos de los círculos republicanos. A la gran mayoría de los hasta ahora anunciados nos los podríamos imaginar en un gobierno de Ted Cruz o de Marco Rubio.

La abrumadora mayoría de las opiniones vertidas desde la noche del 9 de noviembre insisten en la visión híper crítica de Trump. Las pocas reseñas positivas del futuro presidente las encontramos en los medios más de derecha de EU, como Fox News o la impresentable Breitbart o, curiosamente, en los medios de países como Rusia, donde la prensa cercana al Kremlin, es decir casi toda, se deshace en elogios a Donald.

Trump tiene una personalidad y una serie de atributos y carencias que lo hacen presa fácil del ridículo, de la sátira. Pero mal haríamos en insistir en menospreciar al hombre que para bien (tal vez) o para mal (probablemente) va a dirigir los destinos de mucho más que solamente su país.

No evado ni por un momento las muchas cosas preocupantes y odiosas que ha dicho, no pretendo defenderlo. Pero de nada sirve el desahogo: es momento de estudiarlo, de tratar de entenderlo, porque con este presidente, con este vecino, nos tocará vivir.

Analista político y comunicador.
Twitter: @gabrielguerrac
Facebook: Gabriel Guerra Castellanos

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses