La baja productividad de los factores de producción en México durante las últimas tres décadas constituye, a mi juicio, uno de los principales elementos que ha limitado el crecimiento de nuestra economía. Se es más productivo cuando se producen más bienes y servicios utilizando los mismos factores. Por ello, el gobierno federal considera prioritario generar acciones que incrementen los niveles de productividad en la economía mexicana.

De acuerdo con el Inegi, del segundo trimestre de 2012 al segundo trimestre de 2015, el Índice Global de Productividad Laboral de la Economía del país se incrementó en promedio 1.6% en ese periodo, revirtiendo la baja de 0.7% promedio anual que se observó durante los últimos 30 años.

Adicionalmente, por primera vez se presentaron los índices de productividad laboral y del costo unitario de la mano de obra de los servicios privados no financieros, lo que permitió conocer el comportamiento de la productividad laboral en este sector que, en los cuatro trimestres de 2014 y los dos primeros de 2015, registró crecimientos que fluctúan entre 2.8% y 4.9%.

Vale la pena recordar que la caída en la productividad en las tres últimas décadas no significa que todas las empresas del país sean improductivas. Más bien, la productividad ha tenido un desempeño muy desigual. Así como hay en la economía sectores y empresas muy productivos, que año con año ofrecen más bienes y servicios de mayor calidad y valor, los hay otros, la mayoría de ellos informales, que no sólo no crecen en valor, sino que han ido decreciendo.

Así, mientras los sectores y las empresas modernos avanzan a una gran velocidad, incidiendo positivamente en el crecimiento de nuestra economía, los tradicionales lo hacen en sentido contrario, lo que ha provocado una contracción en la productividad total del país.

Desde el inicio de la actual administración se diagnosticó el problema de la baja productividad, por lo que se puso en marcha el Programa para Democratizar la Productividad 2013-2018.

A través del Comité Nacional de Productividad (CNP), el cual es un órgano consultivo y auxiliar del Ejecutivo federal, se emiten recomendaciones para elevar la productividad en cada sector y rama de la producción en México.

Además de las dependencias federales, en el CNP participan las cámaras empresariales y los principales sindicatos, lo que ha resultado en la elaboración de distintas agendas y acciones encaminadas a incrementar la productividad, tales como programas para la formalización, apoyos a Pymes y emprendedores; fomento a la innovación e investigación; capacitación y certificación de competencia, además de incentivos laborales.

Así, las dependencias públicas, en colaboración con las representaciones de empresarios y trabajadores, han delineado una estrategia para democratizar la productividad que parece que ya está arrojando resultados.

El aumento reportado en la productividad laboral responde a un mayor número de empleos formales en el país, los cuales han presentado una tasa de crecimiento superior al de la economía en su conjunto desde 2013. Tener un empleo formal implica acceso a la capacitación continua y a la posibilidad de aspirar a subir en el organigrama con un mejor sueldo.

Este aumento en el empleo con baja inflación se ha traducido en mayor consumo de las familias. Entre enero y octubre se ha vendido más de un millón de automóviles nuevos, la mayor cantidad desde que se lleva este registro; en octubre las ventas en las tiendas de autoservicio y departamentales crecieron 9.8% en términos reales, su tasa más alta en los últimos cuatro años.

Revertir la tendencia de baja en la productividad es uno de los principales obstáculos que debemos vencer como país con el fin de incrementar nuestra competitividad y que detone la generación de más y mejores empleos.

Secretario de Turismo.

@edelamadrid
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