Hace días el Departamento del Tesoro de Estados Unidos incluyó en una lista de presuntos prestanombres del capo del narcotráfico Raúl Flores Hernández, El Tío, al reconocido futbolista mexicano Rafael Márquez.

Ante la enorme sorpresa y escepticismo que produjo el presunto involucramiento del capitán de la Selección Nacional, de inmediato surgió la exigencia de llegar hasta el fondo del asunto, esclarecer si realmente Márquez es responsable de lo que se le imputa, antes de adelantarse a establecer juicios sumarios y terminar de destruir su hasta ahora buena reputación.

Porque ha de quedar claro que, propiamente, este señalamiento a Márquez, que se incluye en el Foreign Narcotics Drug Kingpin Act del Departamento del Tesoro de EU, no significa que el futbolista y también activista en pro de la infancia sea en automático culpable. The New York Times, por ejemplo, ha señalado que este listado ha incluido sin la evidencia necesaria y al final erróneamente a diversas personalidades a lo largo del tiempo.

Pero en este caso surge otra arista. Hoy esta casa editorial da a conocer que la fundación Futbol y Corazón A.C. —creada por Rafael Márquez para apoyar a la infancia en situación de pobreza e incluida en la lista negra de la Oficina para el Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de EU— recibió donativos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y realizó convenios con Liconsa para el suministro de leche.

Independientemente de la culpabilidad o inocencia del futbolista, y de la magnitud de los donativos, lo anterior nos lleva a preguntar por los controles que, por un lado, tienen o deberían de tener las instancias de gobierno a la hora de donar cierta cantidad de recursos públicos, y por el otro, la opacidad con la que manejan sus cuentas algunas organizaciones, lo que facilita que sean un blanco ideal del crimen organizado para lavar dinero. En el caso de Futbol y Corazón A.C., por ejemplo, quien se encargaba de las finanzas y firmaba los donativos era el apoderado legal, Mauricio Heredia Horner, también incluido en la lista de la OFAC, por su presunta participación en la red de lavado que encabezaba El Tío.

Por ahora este caso, por su gran notoriedad mediática, debería servir para recordarnos los alcances de la hidra de mil cabezas que es el crimen organizado, que puede cooptar figuras y organizaciones de las cuales uno nunca sospecharía, con su efecto gangrena; pero también para terminar de entender el concepto de presunción de inocencia, aquel que afirma que uno es inocente hasta que se pruebe lo contrario, y no al revés, lo que ha destrozado reputaciones y carreras.

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