Realizar obras en la Ciudad de México, por su tamaño y complejidad urbana, entraña siempre molestias a un amplio número de vecinos así como al tránsito vial, lo que de paso conlleva aumento en los niveles de contaminación y desquiciamiento de las zonas afectadas. La urbe sufre cada vez que se inician obras de gran magnitud.

Lamentablemente, las últimas experiencias citadinas frente al desarrollo no han dejado un buen sabor de boca. A los pocos meses de haberse puesto en funcionamiento la Línea 1 del Metrobús, que corre por la avenida Insurgentes, tuvo que cambiarse el pavimento por donde circulan las unidades, como consecuencia del pronto deterioro; se colocó otro del cual se dijo que duraría 20 años, y recientemente tuvo que ser cambiado. En otro caso, la Línea 12 del Metro tuvo que recibir mantenimiento especial a las pocas semanas de inaugurada y meses después cerraron 12 de sus 19 estaciones para un mantenimiento mayor.

Situaciones como las citadas dan lugar a muchas interpretaciones: desde una incorrecta planeación o supervisión, hasta el uso de materiales de baja calidad, sin dejar de sugerir actos de corrupción.

A todo lo anterior se suma la tradicional práctica de alargar las fechas de terminación de las obras.

Con el fin de que a partir de ahora la obra pública que se realice en la CDMX pueda ser verificada para avalar la calidad, o suspenderla si se detectan irregularidades, ayer se puso en marcha el primer Laboratorio de Revisión de Obras. El objetivo es simple y se aplica en varias ciudades del mundo: debido a que son miles de millones de pesos los que se destinan a infraestructura, se busca dar garantía de que se hace de manera perfecta.

Las primeras verificaciones serán la construcción del desnivel Mixcoac, la ampliación de la Línea 12 del Metro, la Línea 7 del Metrobús y el tercer tramo del Tren Interurbano México-Toluca a cargo del gobierno local.

Seguramente la historia habría sido distinta si el Laboratorio hubiera fiscalizado la Línea 1 del Metrobús o el primer tramo de la Línea 12 del Metro. La ciudad reclamaba un organismo con esas características.

El Laboratorio estará integrado por personal de la Contraloría General capitalina, pero no debería descartarse sumar a ciudadanos y colegios de profesionales que bien podrían dar mayor fuerza y confiabilidad a sus resoluciones.

Las principales metrópolis del país deberían plantearse también a qué tipo de ciudad aspiran y adoptar la calidad como el principio central de sus acciones.

Las obras salen del bolsillo de los ciudadanos, lo menos que se pide es que sean útiles para la comunidad, que estén bien hechas y libres de cualquier sombra de irregularidades.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses