El próximo 16 de diciembre, en EUA tendrá lugar la tan esperada reunión de política monetaria de la Reserva Federal (FED). Hasta ahora, el mercado ha asignado un 80% de probabilidad de que la FED eleve su tasa de referencia en +25pb por primera vez desde 2008, con lo que daría inicio a un ciclo alcista en las tasas (normalización monetaria). No obstante, a una semana de dicho evento existen argumentos para pensar que el mercado podría estar equivocado tanto en el momento del despegue de tasas, como en la velocidad de ajuste de las mismas.

Si bien el último reporte de empleo en EUA reflejó que el mercado laboral continúa recuperándose, la baja calidad de los empleos generados ha sido un limitante para que se alcance el pleno empleo. Incluso la presidenta de la FED, Yellen, recientemente declaró que a pesar de la mejoría registrada, aún se podrían requerir cerca de dos años adicionales para alcanzar sus objetivos en términos de empleo. A su vez, la prevaleciente holgura limita las presiones en precios, lo que se suma a la tendencia bajista de la inflación.

Lo anterior refleja que no existe una premura desde la perspectiva económica para comenzar con el alza de tasas (dejando de lado las precauciones financieras). Por el contrario, diversos indicadores económicos de EUA parecen reflejar que el ciclo económico alcanzó su nivel máximo a inicios de 2015 y podría estar iniciando una fase de desaceleración, la cual se está trasladando del sector industrial al de servicios.
Muestra de ello son el alto nivel de inventarios en relación a las ventas, el ISM de manufacturas en terreno contractivo, así como la reciente reversión registrada en la tendencia de la confianza del consumidor, del ISM no manufacturero, de las ventas al menudeo, etc. En caso de que, en los próximos días, la actualización de dichos indicadores incremente las señales de alarma, la FED muy probablemente decidirá no elevar tasas, ya que ello podría llevar a la economía hacia terreno recesivo. El hecho de que la FED cuente con pocas herramientas para enfrentar dicho escenario es un incentivo para esperar hasta minimizar los riesgos mencionados.

Finalmente, aún si los próximos indicadores mostraran un cambio favorable en la tendencia de desaceleración, de tal manera que el ciclo económico no fuera un impedimento para el alza de tasas, habría una divergencia entre los niveles de incrementos esperados a futuro por el mercado y los que podrían materializarse. Esto se debe a la presencia de cambios estructurales en la tasa natural de la economía norteamericana (tasa de interés asociada a al máximo nivel de empleo que permite la estabilidad de precios). Al respecto, un estudio de la FED de San Francisco comprobó que la tasa natural en términos reales ha disminuido de niveles cercanos al +2.0% antes de la crisis, hacia los niveles actuales del -0.2%, lo cual se debe en gran parte al menor crecimiento potencial de la economía norteamericana.
Más aún, el estudio destaca que la tasa real de equilibrio podría acercarse a largo plazo máximo hacia niveles de +1.0%. Esto significa que un incremento en la magnitud esperada por el mercado (+0.5% en 2015 y +1.25% en 2016%) podría implicar una posición más restrictiva de lo que el mercado considera. Esta visión ha sido plasmada tanto en documentos oficiales, como en las últimas declaraciones de miembros de la FED, lo que tiene importantes implicaciones.

Considerando que se alcanza el objetivo inflacionario del +2.0%, la tasa natural en términos nominales podría ser menor al +3.0% en el largo plazo, lo que implicaría nuevos ajustes a la proyección publicada en septiembre por el FOMC sobre la tasa de largo plazo (+3.5%) y en su “gráfica de puntos”. Lo anterior significa que veremos un ritmo más lento de normalización monetaria de lo que actualmente ha reflejado la FED. A medida que se comunique claramente la existencia de estos cambios estructurales, podríamos observar ajustes en los mercados financieros.

Analista de economía del Grupo Financiero Monex

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