Hace menos de un mes, 700 profesores de la Ciudad de México regresaron a las aulas para comenzar con su proceso de capacitación y profesionalización. Fue así como, por primera vez en la historia de nuestra metrópoli, el gobierno capitalino abrió el canal de comunicación y colaboración con quienes son responsables de la educación de millones de niñas, niños y jóvenes.

Poner en marcha esta primera jornada de trabajo con el magisterio capitalino es resultado de casi seis meses de intensas labores de coordinación entre la Secretaría de Educación de la Ciudad de México e instituciones educativas como la Universidad Autónoma Metropolitana, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), la Universidad Pedagógica Nacional, así como profesores de carrera, con amplia experiencia magisterial.

La educación siempre ha sido prioridad para los gobiernos de izquierda. Si hay algo de lo que estamos conscientes y seguros es que todos necesitamos una guía en nuestra vida. Todos necesitan un adulto que vaya orientando sus pasos a lo largo del camino. Pero si esta guía es fuerte en valores, en carácter, en conocimientos, con una vocación incansable y una vida plena, tendremos estudiantes no sólo con la instrucción adecuada, sino que serán también capaces de alcanzar cualquier meta que se propongan. Tendremos niños y jóvenes preparados, con bases sólidas para superar los retos del presente y dispuestos a transformar el futuro.

En la educación, ése es el objetivo por el que hemos trabajado en la Ciudad de México.

Estamos convencidos que sólo a través de la infancia y juventud del país se podrán alcanzar verdaderos cambios de fondo en nuestra sociedad. Estamos convencidos de que la verdadera herramienta de transformación de un país es la educación. Estamos convencidos de que los únicos que pueden desarrollar esa herramienta y ponerla al servicio nuestros pequeños y adolescentes son nuestros maestros. Para ello los requerimos felices, realizados, capacitados, reconocidos y dignificados.

En la Ciudad de México, sólo en este ciclo escolar, el Sistema Educativo Nacional atiende a 1 millón 758 mil 307 alumnos, en 9 mil 130 escuelas, en las cuales trabajan 176 mil 102 maestros y directivos, en las distintas modalidades de educación inicial, básica y para adultos.

En nuestro país se tienen las proporciones más altas de alumnos por maestro en educación primaria y secundaria respecto del resto de las naciones que integran la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE): 25 alumnos por maestro en educación preescolar (respecto a los 13 del promedio); 28 estudiantes por maestro en educación primaria (comparado con el promedio de 15), y 30 en educación secundaria y media superior (comparado con el promedio de 13).

Estas cifras, que casi duplican la media de los países de la OCDE, nos confirman la importancia que tienen nuestros profesores no sólo en el proceso de aprendizaje en todos los niveles educativos del país, sino en la trascendencia que tiene el magisterio en el acompañamiento de la vida de todos los estudiantes mexicanos.

En países como Japón, Corea del Sur y China, ser profesor es sinónimo de respeto en la sociedad, es sabiduría, es experiencia y, con el paso de los años, su enseñanza es más valiosa. En Finlandia, maestro significa respeto, dignidad y una vocación que rebasa a la de ser doctor o ingeniero. Se les considera guías en proyectos que impulsan la creatividad de los alumnos; sobre todo, son una imagen de confianza en sus capacidades.

Sin embargo, en nuestro continente existe una doble concepción, paradójica, sobre el personal docente: mientras se les considera parte indispensable en el sistema educativo, también se les responsabiliza de los bajos resultados. A esto se suma un descenso en su calidad de vida por menores ingresos en comparación con maestros de países desarrollados y frente a otras profesiones.

En México, no hace mucho tiempo, apenas en las generaciones de nuestros padres y abuelos, ser maestro era motivo de orgullo. Significaba ser líder y una voz influyente en nuestras comunidades. ¿Por qué, si las estadísticas nos muestran que su labor es fundamental en la formación de nuestras hijas e hijos, se ha perdido el respeto por nuestras maestras y maestros?

En la Ciudad de México queremos que nuestros profesores no sólo sean guía hacia la transformación y el desarrollo de nuestra capital, queremos que retomen su posición como líderes entre la infancia y la juventud. Queremos que sigan siendo las personas respetadas, con una voz influyente en la sociedad, en la cual puedan apoyarse. Queremos empoderar a las maestras y maestros con capacitación constante, queremos profesionalizarlos para que sigan avanzando en su carrera magisterial, queremos que ellos y sus familias tengan la vida digna que se merecen, por su trabajo, por su entrega diaria, por su dedicación.

Es por eso que en la Ciudad de México hemos puesto en marcha el programa Contigo Maestr@ y la respuesta ha sido ejemplar: en abril continuaremos con la preparación para la Evaluación de Desempeño Docente para mil 300 profesores, y la Secretaría de Educación de la Ciudad de México ha recibido poco más de 9 mil solicitudes para ingresar a nuevos ciclos de capacitación y profesionalización.

En la capital de la República estamos abriendo camino de la mano de nuestros maestros, porque sólo ellos conocen lo que pasa en los salones de clase, sólo ellos saben qué necesitan las escuelas, y son ellos los expertos en educación. Sin ellos, cualquier intento de transformación o mejora educativa será un esfuerzo en vano. Estamos abriendo una nueva etapa en la relación con el magisterio, siempre sustentada en trabajo y con un solo objetivo: dar a los estudiantes de la Ciudad de México maestros con liderazgo, que los lleven a la construcción de un mejor país.

Secretaria de Educación de la Ciudad de México.

@Ale_BarralesM

www.alejandrabarrales.org.mx.

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