La mentira es causa y efecto de la corrupción: mentir corrompe y el corrupto miente por necesidad y por compulsión. Esto es precisamente lo que está demostrando el gobierno de México. Pero el grupo gobernante no parece darse cuenta de que, con una sociedad más politizada y enojada como la mexicana, tratar de engañar a la gente disfrazando sus corruptelas es echar leña al fuego. No debe pues sorprendernos el 23% de aprobación que según Reforma tiene Enrique Peña Nieto. El candidato que hizo campaña con el lema “te lo firmo y te lo cumplo” se ha convertido en la cabeza de un régimen de mentiras, corrupción y promesas incumplidas.

Veamos ejemplos. Los pronósticos de crecimiento de la economía están lejos de concretarse y la pobreza, con todo y el maquillaje aplicado a las cifras del Inegi, se ha incrementado. Vendieron la reforma energética como algo cercano a la panacea y resultó un gran fiasco: prometieron inversiones que no han llegado y menores precios de la luz y la gasolina que, por el contrario, aumentan cada vez más. Aquí cabe mencionar una experiencia personal. Poco antes de la aprobación del Pacto por México mi recibo de electricidad y los de mis vecinos llegaron con alzas escandalosas que en algunos casos quintuplicaban lo que regularmente pagábamos. Protestamos, pedimos revisiones, y nada. De pronto, una vez aprobada la reforma, los cobros disminuyeron drásticamente… por unos meses. Hoy los recibos llegan otra vez con cantidades altísimas. Es evidente que lo que hicieron fue elevar artificialmente los montos a cobrar para después reducirlos a sus niveles normales y hacernos creer que la privatización había abaratado los energéticos, cuando en realidad los ha encarecido (el nuevo presidente del PRI, dicho sea de paso, era el director de la CFE). Y por si todo eso fuera poco, el sistema de salud universal, quizá el mejor proyecto social que ofreció Peña Nieto, ha sido desechado.

Por otra parte, la reforma educativa se concentró en la evaluación a los maestros y dejó fuera el paradigma pedagógico. Después de que su táctica de mano dura para posicionarse en la carrera presidencial detonó el conflicto con la CNTE y bajo la consecuente presión social, el secretario de Educación nos presentó un planteamiento educativo que, dijo, es “el alma” del modelo que impulsa. En otras palabras, el secretario nos dice ahora que lo que se realizó antes fue una reforma “desalmada” (creo que esta inferencia sería lo único en que sin darse cuenta él y la disidencia magisterial coinciden). Cuando algunos legisladores declaramos que a lo aprobado en materia de educación le faltaba lo más importante la respuesta gubernamental fue la descalificación; hoy la SEP se muerde la lengua. Y algo similar puede afirmarse en otros temas, como es el caso de mis desdeñadas advertencias sobre Trump y el viraje oficial que se luego se tuvo que dar.

Pero el asunto más grave es la corrupción. El mal humor social, que el gobierno quiere explicar ahora con la vacilada de un mal extranjero que está contagiando a México, ha crecido por la forma en que el presidente nos quiere ver la cara. Pide perdón al tiempo que acalla voces críticas, implícitamente nos culpa de percibir una inmoralidad que no existe y da respuestas tramposas a los nuevos señalamientos de conflictos de interés. La casa blanca y el departamento en Florida son la punta del iceberg, y el manto engañoso arrojado sobre esa mole corrompida que yace bajo un mar de complicidades enervan a la gente. La gran mayoría de los mexicanos ve o intuye lo que hay bajo el agua, sabe que esos inmuebles descubiertos por el periodismo de investigación independiente son una pequeñita manifestación de los gigantescos negocios entre gobernantes y empresarios.

Cuando la indignación social es resultado de la constatación o la intuición de la realidad, así sea exagerada, la mentira oficial no calma: enardece. Recurriendo a la demagogia anticorrupción el PRI solo va a granjearse más animadversión. Casi un 80% de la población reprueba al presidente de la República y cerca del 90% cree que vamos por mal camino, y buena parte de esa opinión negativa tiene que ver con el hecho de que los mentirosos han sido desenmascarados. Que pese a ello sigan mintiendo es prueba de que la mentira está en su naturaleza.

Diputado federal del PRD.

@abasave

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