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¿ Libre comercio global o proteccionismo y mercados internos ? Este año, ante grandes decisiones como el destino del TLCAN y del TPP , México y el mundo han ingresado a una transición más profunda, tanto política como económica, que definiría un cambio en los paradigmas actuales.
La razón es obvia: Tras un año en el poder, la presente administración de Estados Unidos avanza en su agenda aislacionista de derecha con el retiro del Acuerdo de Asociación Transpacífico ( TPP ), el virtual fin de las negociaciones del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión ( TTIP ) y la renegociación en curso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte ( TLCAN ).
En la Unión Europea , no obstante la alentadora elección en 2017 del presidente Emmanuel Macron en Francia y la resistencia mostrada por la canciller federal alemana , Angela Merkel , el campo globalizador quedó seriamente debilitado por el retiro británico del mercado común ( Brexit ) y el ascenso del nacionalismo en todo el viejo continente.
Debido a la volátil naturaleza de la Casa Blanca y la incertidumbre alrededor de sus decisiones políticas más importantes, creemos que aún es muy temprano para anunciar el fin del TLCAN o su degradación a un pacto regional hueco e insignificante, pero también es evidente que los modelos de desarrollo económico que alguna vez fueron relegados y olvidados por el “ pensamiento único neoliberal ” están de regreso en el escenario y que uno de ellos es la Sustitución de Importaciones , conocida en México como el Desarrollo Estabilizador .
Promovido por Raúl Prebisch , director ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe ( CEPAL ) de Naciones Unidas en la etapa de posguerra, este modelo sentó las bases de la Economía Estructural y de la Teoría de la Dependencia , en la que un país cambia gradualmente sus importaciones y producción interna, para enfocarse en la industrialización al costo de bienes “superfluos” y su reemplazo por capital y bienes intermedios por cierto periodo de tiempo.
Prebisch—más tarde secretario general fundador de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo ( UNCTAD ) en 1964-1969 — y la CEPAL fueron muy influyentes y de alguna forma sus teorías resultaron emuladas en México desde los años 40 con el presidente Manuel Ávila Camacho ( 1940-1976 ), a fin de fortalecer y acelerar la fabricación de bienes de consumo no duraderos como la base de la acumulación de capital.
El milagro mexicano
Con el paso del tiempo, la también llamada “industrialización auto-centrada”, con el respaldo del presupuesto público, subsidios gubernamentales y elevadas barreras arancelarias para los productos importados, logró el reemplazo de una economía orientada a la agricultura y la minería con un sector empresarial mexicano boyante, grandes sindicatos y una creciente clase media.
Debe mencionarse en especial en este marco a Antonio Ortiz Mena , economista que fungió como secretario de Hacienda y Crédito Público en los gobiernos de los presidentes Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz ( 1958-1970 ), así como titular del Banco Interamericano de Desarrollo ( 1971-1988 ).
Apodado el “ artífice del milagro mexicano ”, Ortiz Mena consiguió alcanzar un crecimiento de la renta por persona de 3.4% anual durante 12 años y la expansión económica tuvo un promedio de 6%, mientras que la inflación permaneció por debajo de 3%. Así es, por entonces México fue un auténtico “ jaguar latinoamericano ” que ostentaba un PIB superior al de España y Corea del Sur .
Sin embargo, el modelo presentó deficiencias , ya que el sector agrícola, todavía atado al control político y económico del Estado, careció de la capacidad y recursos para modernizarse. Millones quedaron sin más opción que emigrar a Estados Unidos y la emblemática devaluación del peso en 1976 , después de 22 años sin ajustes, exhibió la fragilidad del sistema financiero y es considerada como el principio del fin del Desarrollo Estabilizador.
Enfrentando una crisis aún más intensa, pese al descubrimiento de enormes reservas petroleras, México se embarcó en una serie de reformas a largo plazo que llevaron a su membresía en el Acuerdo General de Aranceles y Comercio ( GATT , ahora la Organización Mundial del Comercio ) y la apertura comercial.
Como se nos dijo entonces, la entrada en vigor del TLCAN en 1994 anunciaría un periodo de desarrollo más rápido; en cambio, empeoraron las disparidades entre los estados orientados a la exportación relativamente ricos del norte y del centro, y los empobrecidos estados del sur, lo que obligó al gobierno federal a crear nuevos proyectos como las Zonas Económicas Especiales , que pretenden atraer las muy necesarias inversiones.
Por supuesto, con lo anterior no queremos negar que el TLCAN ha tenido un efecto positivo general en la economía de México; no obstante, si se hubiera mejorado hace varios años con nuevas herramientas, similares a los Fondos Estructurales y de Inversión de la Unión Europea , habría permitido a México acercarse al ritmo del desarrollo social estadounidense y canadiense, para alejarse de las tentaciones de un pasado que nunca regresará.
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