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El anhelo de convertir el Bosque de Chapultepec en el complejo cultural más grande del mundo, como lo ha planteado el presidente Andrés Manuel López Obrador, requiere, antes que nada, una profunda restauración ecológica.

A pesar de que, desde hace una década, se han realizado múltiples esfuerzos en el saneamiento de este parque urbano, el llamado “Pulmón de la Ciudad de México” continúa en mal estado de salud.

“Este parque urbano involucra todo un ecosistema natural que se debe atender: vegetación, fauna, suelo. Chapultepec es fundamental para la población por los servicios ecosistémicos que brinda como captura de carbono, amortiguamiento de ruido, limpieza de aire y recarga de los mantos acuíferos”, afirma el doctor Pedro Eloy Mendoza, técnico académico del departamento de Ecología de la Restauración de la UNAM.

De acuerdo con un análisis forestal a cargo de Pro Bosque Chapultepec, en la Tercera Sección 25% de los árboles de las mesetas se encuentran en mal estado mientras que el 15% están muertos por lo que se deben de retirar.

“Los árboles enfrentan varias plagas como descortezador, conchuela y muérdago pero no son los únicos que necesitan saneamiento, el suelo es de los más dañado. Hay muchas hectáreas de las tres secciones del Bosque que están en completo abandono”, apunta Leonardo Sastré, maestro en Ciencias Ambientales.

Uno de los tesoros que resguarda Chapultepec es el ahuehuete; se han identificado más de 700 individuos de esta especie considerada como el árbol nacional (especie en la que hace 500 años lloró Hernán Cortés).

La composición del arbolado de Chapultepec corresponde en 78% a sólo a dos familias taxonómicas: “Oleaceae” (por ejemplo trueno y fresno) y “Cupressaceae” (pinos), sin embargo, un bosque urbano no debe tener más de 30% de individuos de la misma familia.

“No será nada fácil desarrollar un programa de sustitución de especies respecto al saneamiento del arbolado, debido a que habrá que estar muy bien respaldados por un proyecto de producción de especies nativas para poder satisfacer la demanda de recambio. Es un tema prioritario”, explica Eloy Mendoza.

“No sólo se trata de plantar árboles, si el suelo no tiene la capacidad de mantener estas especies simplemente estás desperdiciando dinero y esfuerzos. Se requiere de una restauración integral”, añade Leonardo Sastré.

Hogar de muchas especies. “Chapultepec se ha convertido en un resguardo para especies endémicas y fauna silvestre. Es una zona muy importante por la cantidad de especies críticamente amenazadas que aquí sobreviven”, comenta Juan Cruzado, maestro en Ciencias por el Instituto de Ecología de la UNAM.

Animales como el cacomixtle y ajolote, que se encuentran en peligro de extinción, han hecho de este bosque su hogar; también se tiene registrada la presencia de ranas mexicanas, tlacuaches y aves silvestres como la aguililla rojinegra y el halcón.

Sin embargo, estos individuos se han visto amenazados por especies invasoras. Se ha vuelto una práctica común entre la gente recurrir a este parque a abandonar sus mascotas, perros o gatos, hasta tortugas y patos han arrojado a los lagos de la Primera Sección, sin imaginar las consecuencias que esto conlleva.

“Hay muchos perros fierales y son un peligro porque depredan la fauna de Chapultepec, los contagian de enfermedades. Los gatos llegan a atacar a las aves silvestres. Es un tema polémico por la participación de las asociaciones protectoras de animales pero se le debe hacer frente. También es un tema de educación ambiental, a la gente se le debe enseñar por qué éstas acciones son un error”, comenta Juan Cruzado.

De cara al complejo cultural. Los especialistas coinciden en que, como primer paso, será indispensable elaborar una revisión histórica de los proyectos que se han efectuado en el intento de restaurar Chapultepec, para formar una base empírica y establecer prioridades. Además de desarrollar un plan urbano no sólo para este Bosque sino también para aquellas áreas verdes próximas que pudieran tener conectividad, por lo que
el gobierno requerirá de un equipo
interdisciplinario.

“Será fundamental que el plan de desarrollo del complejo cultural esté sustentado de un componente 100% científico, que no se olvide a la ciencia en la toma de decisiones; que el gobierno se ponga en contacto con las universidades, con los diferentes colegios de arquitectos, ingenieros, y evidentemente con actores de organizaciones civiles”, puntualiza el doctor Mendoza, del departamento de Ecología de la Restauración.

Pese a que el Bosque de Chapultepec acumula un deterioro de hace muchos años, comenta Pedro Eloy Mendoza, aún existe un gran potencial de recuperación y restauración ecológica, pero este proceso deberá estar acompañado de una educación ambiental. “Si la sociedad no se incorpora y no se compromete, por más científicos interesados no va a ver ningún beneficio”, recalca el doctor.

El complejo cultural que busca emprender la Presidencia puede ser una oportunidad para coordinar un programa de mejora ambiental en la ciudad, abrir paso a una ciudad sostenible, afirma Eloy Mendoza:

“Puede ser la punta de lanza para retomar programas de viveros, potenciar la educación ambiental; armar un programa redondo, integral, de una ciudad amigable con el medio ambiente y que no sólo se piense en lo recreativo sino también en los discapacitados, en las personas de la tercera edad y en un montón de otros sectores que requieren apoyo”.

Riesgos y retos. A diferencia del plan que planteó López Obrador de también transformar Islas Marías en un complejo cultural, para el investigador Juan Cruzado lo que se busca en Chapultepec es un acierto, aunque confiesa que es muy ambicioso.

“Islas Marías es un laboratorio viviente, casi intacto y así se debe quedar. Mientras que el proyecto en Chapultepec puede ser fructífero siempre y cuando tenga una base científica y se considere que implica un mantenimiento continuo de al menos una década; no nada más para que el Presidente se tome la foto”, específica Juan Cruzado.

“El aspecto más crítico será el económico: ¿quién pagará todo eso, cómo se pagaría, de dónde saldrían los recursos y cómo se manejaría? Los proyectos se pueden planear de forma exitosa y muy bonita en el papel pero la realidad, el financiamiento, es lo que nos dicta si el proyecto va a ser efectivo en el mediano o corto o plazo. La inversión deberá ser permanente”, recalca Eloy Mendoza.

Para los especialistas el mayor riesgo es que el “complejo cultural” termine como un elefante blanco. Según la Secretaría de Medio Ambiente de la ciudad, desde 2004, se han invertido más de mil millones de pesos para la rehabilitación de espacios de la Primera y Segunda Sección de Chapultepec, por lo que la aspiración de López Obrador tendrá un costo elevado.

“Lo ideal es que estos espacios generen sus propios recursos de tal forma que al estar bien cuidados puedan capitalizarse. La conservación no está peleada con las ganancias pero hay que hacer una ecología económica, de manera que podamos convertirlo en un circulo virtuoso”, concluye Pedro Eloy Mendoza.

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