Audrey Azoulay

, nueva directora general de la Unesco , es una síntesis del espíritu universalista que preconiza la organización: francesa de nacimiento, de origen marroquí y familia judía, llega al mando con un programa que coloca la educación en el centro de sus prioridades.

Ministra de Cultura hasta hace cinco meses bajo el mandato de François Hollande, Azoulay nació en 1972 en París, en el seno de una familia judía imbricada en la monarquía marroquí: su padre, el político y banquero André Azoulay, fue consejero de Hasán II y mantuvo el puesto con el actual rey, Mohamed VI.

Sus orígenes y el hecho de que su candidatura se presentara prácticamente en el último minuto, el pasado marzo, irritaron a algunos países árabes, confiados en que en esta ocasión la dirección general durante los próximos cuatro años recaería en la zona.

Los miembros de la organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) están divididos en seis grupos, y el de Europa Occidental, al que pertenece Francia, ha conseguido el mando en seis ocasiones, mientras que el de las naciones árabes es el único en no haberlo logrado.

La derrota hoy del candidato catarí Hamad bin Abdulaziz al Kawari en la apretadísima votación final (30 a 28) del Consejo Ejecutivo confirmó la maldición.

El hecho de que Francia sea sede de la Unesco había levantado resquemores por incumplimiento de la regla no escrita de que como tal no debía postularse, pero fuentes oficiales francesas alegan que es una norma "inexistente" y que Azoulay era la mejor candidata.

Pese a la polémica que suscitó la apuesta por la exministra socialista, que se someterá a una votación final de la Conferencia General el 10 de noviembre y entrará en funciones cinco días después, en Francia defienden que es la única que puede unir la Unesco y hacer que su agenda esté a la altura de sus ambiciones.

Azoulay recordaba en su candidatura que ha dedicado su carrera "a poner sus competencias al servicio de la cultura y de su difusión al público más amplio posible".

Alumna de la prestigiosa Escuela Nacional francesa de Administración (ENA), por cuyas clases ha pasado gran parte de la elite política del país, la futura directora general de la Unesco está diplomada por el Instituto de Estudios Políticos de París y por la Universidad de Lancaster, donde hizo Administración de Empresas.

Ha ocupado diversos puestos en el sector audiovisual público francés y en la implantación de la televisión digital terrestre, por lo que en Francia se le considera como una mujer muy cercana al mundo del cine y la televisión.

Mantiene desde hace años una amistad con la actriz Julie Gayet, pareja del expresidente Hollande, lo que ha sido relacionado con su rápido ascenso.

Como consejera de Hollande, emprendió en 2014 el diseño de un plan para proteger el patrimonio en peligro, y dos años después, y hasta el pasado mayo, se desempeñó como ministra de Cultura y Comunicación en el gabinete socialista durante un año y medio.

Azoulay, madre de dos hijos y casada con un alto funcionario, se define a sí misma como una "ciudadana del mundo", y habla francés, inglés y español con fluidez.

En su programa para la Unesco, dice ver la educación como "germen de desarrollo y de igualdad entre sexos", quiere convertir el organismo "en un actor de referencia del desarrollo sostenible", aumentar su eficacia y hacer de él un "foro intelectual al servicio de los valores universales".

Su inminente llegada a la cúpula del organismo coincide con un momento especialmente delicado para el mismo: Estados Unidos, que en 2011 retiró su financiación por la admisión de Palestina como miembro, anunció este jueves que abandona la organización por considerar que esta necesita una reforma y no ha cesado su "tendencia anti-Israel".

sc

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