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Entre el 19 y 22 de septiembre, dentro de la cantidad de reportes que la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH comenzó a recibir sobre daños a objetos religiosos en todo el país, llegó una llamada especial. Representantes de la Parroquia de Santiago Apóstol en Izúcar de Matamoros, Puebla, pedían auxilio para rescatar de los escombros a su santo patrono.

La monumental escultura policromada del Apóstol Santiago y su caballo, ambos de unos tres metros de altura —una de las más grandes en su tipo—, quedaron sepultados entre los restos de la cúpula del templo que se desplomó con el sismo. Cuando los restauradores del INAH llegaron al lugar, sólo pudieron rescatar fragmentos de la pieza.

“El deterioro que tuvo fue realmente muy grande porque le cayó la cúpula... De Santiago hay 55% o 60%, del caballo hay mucho menos material”, dice en entrevista Liliana Giorguli, coordinadora nacional de Conservación del INAH.

La pieza, que fue elaborada entre el siglo XVII y XVIII, estaba hecha de pasta de caña y maderas ligeras, material que permitía a la comunidad cargarla en procesión por las calles del pueblo. Pero precisamente por esa técnica de manufactura, hay partes que “prácticamente se pulverizaron”, detalla la restauradora.

Una semana después del sismo, los restauradores lograron rescatar y catalogar partes de la escultura en colaboración con la comunidad que mantiene una gran veneración a su santo patrono. Por eso, cuando el 4 de diciembre fue trasladada a la Ciudad de México, los feligreses escoltaron, entre mariachis, aplausos y lágrimas, el convoy del INAH que transportaba las cajas con restos de la obra.

Desde ese día, la escultura se encuentra en la Coordinación Nacional de Conservación del instituto. Será ahí, en sus instalaciones de Churubusco, donde los especialistas enfrentarán el reto de restaurarla.

El proyecto todavía está en etapa de diseño; los costos y el tiempo que tomará tampoco están definidos, pues el trabajo no será fácil, reconocen Liliana Giorguli y la restauradora Thalía Velasco.

“Caballo y jinete son más grandes que el tamaño natural y esto hace que la fragmentación intensa de los elementos perdieran toda capacidad y coherencia para darle estructura a la pieza. Tenemos que evaluar cómo la restituiremos. Hay un registro fotográfico amplio que es valiosísimo porque a través de eso podremos entender su dimensión y forma, saber la ubicación de los fragmentos que tenemos”, plantea Giorguli.

“Necesitaremos radiografías, análisis químicos, biológicos, sobre la naturaleza específica de las maderas; tendremos que hacer levantamientos tridimensionales y uso de otras tecnologías que nos den información para actuar adecuadamente”.

Velasco, titular de la Dirección de Educación Social para la Conservación de esa coordinación, añade que por la manera como se aplastó, es probable que haya pedazos de madera que se conservaron, pero que ya perdieron capacidad de resistencia, por lo que tendrán que ser sustituidas.

El desafío al que se enfrentan para la restauración de la pieza requerirá de un largo proceso.

El procedimiento que se seguirá, explica Velasco, fue notificado a la comunidad, que desde el primer momento de la contingencia pidió la intervención del INAH y les confío la recuperación del santo. “La decisión de trasladar el Santiago no fue una imposición del Instituto, sino que se hizo a través de acuerdos con la comunidad para decidir cómo lo íbamos a hacer... Fue tan bueno que cuando fue el traslado hubo mariachi, se hizo una fila enorme de toda la población que estuvo ahí dándole la despedida”.

Ahora, advierte, los pobladores deben tener la certeza de que el INAH trabajará lo más rápido posible, pero que será un proceso complejo. “No lo vamos a tener en unos meses, serán procesos largos, pero informaremos cómo iremos avanzando”, dice.

Por su complejidad, el proyecto de restauración será presentado este mes ante el Comité Técnico y Científico de expertos que acompañan las labores de rescate del patrimonio afectado por los sismos. Es uno de esos casos donde, indica Giorguli, se necesita del consenso de especialistas para determinar la técnica y los criterios de intervención.

El primero de 3 mil. Este Apóstol Santiago es apenas uno de los casi 3 mil objetos religiosos destruidos por los sismos de septiembre que hasta ahora se han identificado en 11 estados del país y es uno de los primeros pacientes en llegar a la Coordinación Nacional de Conservación.

Liliana Giorguli explica que de esa gran cantidad de bienes muebles destruidos, entre esculturas, retablos y pintura mural, una buena parte será atendida por las empresas y despachos particulares que ejecutarán trabajos de restauración en los inmuebles religiosos. Ante la cantidad de restauradores que se requerirán, la dependencia que ella coordina sólo atenderá algunos casos específicos, como el de este Santiago Apóstol, cuya problemática es única y particular, tanto por el estado de destrucción de la pieza como por su importancia histórica y social. “No hay suficientes manos en el INAH para atender todo lo que se dañó, por eso se está acudiendo a restauradores  de empresas particulares. En esos casos, el INAH verificará y supervisará que todo se realice correctamente”, indica.

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