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Primero descendió la Caridad. Protegida por una cubierta blanca, listones rojos y amarillos, la escultura de Manuel Tolsá fue retirada del cubo del reloj de la Catedral Metropolitana con una maniobra que tomó semanas de planeación y un día entero de trabajo.

Bajo un sol agotador, personal de la empresa CAV Diseño e Ingeniería S.A de C.V., coordinados por especialistas del INAH y la Secretaría de Cultura federal, trabajaron por más de dos horas sobre un andamio colocado en lo alto de la fachada del inmueble para retirar la escultura, una de las tres Virtudes Teologales esculpidas en piedra por Manuel Tolsá a principios del siglo XVIII. Hasta el 19 de septiembre estuvieron ahí ese trío de piezas, la Esperanza, la Fe y la Caridad, pero el sismo de ese día hizo caer a la primera. La otras dos quedaron de pie, pero frágiles y vulnerables.

Ayer, la Fe y la Caridad fueron retiradas con una maniobra que inició a las ocho de la mañana con el montaje de una grúa hidráulica.

La primera en bajar al atrio sostenida por el brazo de la grúa fue la Caridad. La figura femenina cargaba a dos niños. Sus cicatrices y deterioros por el tiempo quedaron a la vista de todos los que la esperaban abajo. Desde ahí fue llevada por un montacargas a la Curia de la Catedral, donde las piezas serán resguardadas y restauradas por especialistas del INAH.

Por los daños causados por el tiempo, las tres esculturas serán sustituidas por réplicas, informó hace unas semanas a EL UNIVERSAL Arturo Balandrano, coordinador de Monumentos Históricos del INAH. Las originales serán exhibidas en el museo del recinto religioso.

“Para todo esto hubo un trabajo de planeación previa. A eso se debe también que hasta un mes después las estemos bajando. Hubiera sido irresponsable decir: ‘ya se cayó una y ahora bajamos ya las otras’; hubiera sido una torpeza”, dijo Raúl Delgado, encargado de la dirección de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura, tras el descenso de la primera escultura.

Para las maniobras, explicó, se contó con la asesoría de ingenieros de la UNAM y expertos estructuralistas. Mientras se hacía el embalaje de las obras, especialistas supervisaba todo desde un torre del campanario.

Bajar la Caridad les tomó poco más de dos horas. Para el descenso de la segunda escultura, la Fe, las maniobras tomaron menos tiempo y personal. Esta figura femenina que porta una venda en los ojos también descendió sostenida con los listones rojos. El procedimiento anterior se repitió. Escoltada por integrantes de la empresa contratada, la Fe fue trasladada al sitio donde será resguardada. Por el paso del tiempo, la pieza perdió una mano y los dedos de la otra; su cuerpo luce daños, como fisuras y manchas blancas.

Sobre el reloj de la Catedral sólo quedó el andamio que las protegía y el asta bandera.

En la explanada del Zócalo era montado mientras tanto el escenario para una serie de conciertos que se realizarán este fin de semana. Cuestionado sobre los efectos que las vibraciones pudieran tener en el monumento histórico, Raúl Delgado dijo que los decibeles generados por un evento como esos “afecta más al oído de los escuchas que a la Catedral”. “Hemos acompañado otros procesos como en la Valenciana, en Guanajuato, donde se hacen trabajos de explotación minera abajo, inclusive aplicando explosivos, y vemos que las vibraciones que son muchísimo más fuertes que las de un concierto de música, que por muy altos decibeles que tenga no afecta tan gravemente”.

Dijo que es el INAH quien emite las recomendaciones para eventos en el Zócalo. Una de ellas es que las bocinas no estén dirigidas a la Catedral.

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