El antropólogo social habló acerca de la invisibilidad en el crimen organizado mexicano, una de las metodologías a través de las que los grandes líderes del narcotráfico se mantienen ilesos en las cruces fronterizos, pues este sector no se enfrenta a las mismas vicisitudes que lo hace una o un ciudadano en búsqueda de cruzar al otro lado, pero ¿cuál es el origen de la creencia de la invisibilidad?

Durante la conferencia “Nuevo Estado, nuevas soberanías”, el miembro de habló acerca de Adolfo de Jesús Constanzo, "el padrino” o “el narcosatánico” de Matamoros, responsable de impulsar el culto a la invisibilidad que impera todavía hoy en las mentes que conforman el crimen organizado de nuestro país.

Constanzo tenía el don de la palabra, e izaba la bandera del sofismo para persuadir con su discurso a quien se propusiera, pues antes de “codearse” con los representantes de redes criminales, se dedicó a leer las cartas del tarot, pero, más adelante, la fama que adquirió lo llevó a introducirse en el mundo de la prostitución y la delincuencia, durante la década de los ochenta.

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En 1984, Adolfo de Jesús ya era el líder de un culto integrado por grandes criminales, los “ ”, que profesaban el , a partir de la idea que el sacrificio humano y comer carne humana los confería del poder de escapar de la justicia.

Pero para que la inmunidad, frente a la justicia, surtiera efecto, Constanzo teorizaba que era necesario cargar un amuleto. Se trata del fragmento de un hueso, perteneciente a alguna de las “víctimas de reconciliación”, que morían dadas en sacrificio. De esta manera, los narcosatánicos tenían la creencia que sus enemigos no podrían notar su presencia.

“Se trataba de una forma de protección espiritual, de armar a la gente con la convicción y presencia mental necesarias para poder hacer todo lo que fuera necesario para ganarse la vida con el tráfico de drogas”, explicó.

Fue así que, “la fama de Constanzo se extendió específicamente por desarrollar trabajos de protección y de invisibilidad a las balas”, profundizó el historiador.

Varios de sus miembros respaldaron que el amuleto del culto los mantuvo a salvo de ser detenidos o heridos por arma de fuego, como expresó en su momento “El Duby”, uno de sus seguidores, que aseguraba que las balas rebotaban de su cuerpo: “puede uno estar muerto por un rato y después revivir, si cumples cabalmente con los ritos de adoración al diablo”.

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Pero esto no bastó, pues inminentemente los integrantes del culto fueron detenidos en 1989. La prensa y la opinión pública hicieron mofa de los narcosatánicos, “burlándose incluso de la incapacidad de Adolfo y su gente de evadir los balazos de la policía, cuando finalmente los pescaron en la Ciudad de México”, el 9 de marzo de ese año.

Pero, Claudio Lomnitz explicó que si bien, ya no se usan amuletos ni se recurre al canibalismo para obtener impunidad, la analogía de la invisibilidad sigue presente entre los grupos criminales, un fenómeno que, además, ha dejado entrever las diferencia de clases, que dividió entre “clase media” y “el puesto”, pues “normalmente, los traficantes tienen permiso para cruzar (las fronteras) y eso los asimilaría a la clase media; pues quienes pasan por allí son, salvo casos excepcionales, justamente están autorizados”, privilegio con el que no cuenta el resto de la población.

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melc

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