Confabulario

, suplemento cultural de EL UNIVERSAL, dedica su número 309 de este domingo a las políticas culturales de la Cuarta Transformación .

Juan Domingo Argüelles

escribe sobre los tropiezos de la Presidencia de la República en sus herramientas de comunicación, específicamente en el memorándum que el 16 de abril envió a las secretarías de Gobernación, Educación Pública y Hacienda sobre la Reforma Educativa, donde los errores de redacción pueden meter en problemas legales al Poder Ejecutivo.

El editor y ensayista señala que “todos estamos expuestos a cometer errores al hablar y al escribir, pero, como es obvio, tienen más riesgos de cometerlos quienes hablan o escriben bastante, sin pensar mucho en lo que dicen y, en el caso de la escritura, sin auxiliarse, mínimamente, de un diccionario de la lengua”.

Asegura que “el presidente de México, que habla todos los días ante los medios de comunicación, tiene una mayor exposición pública, tanto por su cargo como por sus dichos, y lo que dice se amplifica para bien y para mal”.

Afirma que “Andrés Manuel López Obrador, presidente del país, no es una persona diestra en el manejo del idioma: comete constantes fallas de ortoepía y ortografía, aunque tenga mil recursos, en su repertorio descalificador, para confrontar, desdeñar, despeñar y lapidar a quienes denomina sus “adversarios” por el simple hecho de no ser sus “partidarios”. Gabriel Zaid ya escribió sobre esto un excelente artículo el año pasado (“AMLO poeta”, Letras Libres, junio de 2018), haciendo notar que “las personas que insultan suelen tener un repertorio limitado y repetitivo. No AMLO. Es un artista del insulto, del desprecio, de la descalificación. Su creatividad en el uso de adjetivos, apodos y latigazos de lexicógrafo llama la atención. [...] Insulta a diestra y a siniestra, aunque ‘con todo respeto’. Desprecia y descalifica, pero con ‘amor y paz’”.

Además de Juan Domingo Argüelles, escriben Carlos Lara G. y Gerardo Ochoa Sandy.

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