Joaquín Sabina

hizo poesía y aunque no quiso teorizar levantó la voz contra los nacionalismos y se declaró a favor de la patria grande que está en la lengua.

“No estoy en absoluto dotado para la teoría ni para la erudición aunque con el auge de los pequeños nacionalismos, que por desgracia estamos sufriendo en el mundo, yo me considero de una patria mucho más grande que es mi lengua, la lengua española”.

El cantautor español es uno de los invitados especiales al VIII Congreso Internacional de la Lengua Española , donde dijo: “comprenderán ustedes que entre tanto poeta y entre tanto erudito me siento un poco impostor, pero siempre me ha gustado sentirme impostor, es decir, asistir a fiestas a las que se supone no tendría por qué ser invitado”.

Sabina, quien esta noche recibirá un homenaje a ritmo de tango interpretado por Silvana Lallana y Marcelo Santos , agradeció la invitación que le hizo su amigo Luis García Montero , director del Instituto Cervantes , y celebró la belleza del Teatro del Libertador ; y aplaudió aún más el “milagro de que ustedes se hayan reunido hoy para oír poesía”.

La tarde de este viernes durante la mesa “ Poesía y diversidad cultural ”, Joaquín Sabina señaló: “Oír palabras, palabras llenas de magia porque la misma lengua te sirve para pelearse con alguien en un bar o para cualquier cosa, sirve para darles una gotita de magia, así que como no teorizaré, leeré un poquito de prosa que me explica un poco y un par de poemas”.

Y acto seguido comenzó la magia, su magia, la que arrebata y acaricia y leyó: “A los catorce (parece que fue ayer), el rey Melchor se lo hizo conmigo y me trajo, por fin, una guitarra. Aquel adolescente ensimismado que era yo, con granos y complejos, en lugar de empollar física y química, mataba las horas rimando, en un cuaderno a rayas, versos llenos de odio contra el mundo y los espejos”.

Luego, el autor de piezas como “Calle Melancolía” y “Sin embargo”, agregó: “El mundo, lejos de sentirse aludido, seguía girando (que es lo suyo), desdeñoso, sin importarle un carajo mi existencia. Y los espejos, cabrones, en vez de consolarme con mentiras, más o menos piadosas, me sostenían cruelmente la mirada”.

nrv

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