Jorge F. Hernández escribió “Alicia nunca miente” (Alfaguara, 2025) para despedirse de Madrid y rendirle homenaje a una ciudad que quiere, pero también para rendir tributo a Juan Ruiz de Alarcón, uno de los grandes escritores del Siglo de Oro y autor de “La verdad sospechosa”, y para saludar a México, país en el que vuelve a instalarse, y que dice, encontró, polarizado, determinado por las fake news y las mentiras, “es cuando más me ha tocado vivir en carne propia este tipo de verdades únicas que se quieren imponer”. Pero, ante todo, asegura, quería contar “una rara historia de amor”.
Esta novela breve cuenta la historia del periodista mexicano Adalberto Pérez quien la vida lo pone ante Alicia Covarrubias, una mujer que no miente nuca y lleva a Adalberto a reconocer que Nada es verdad y se embarca en una búsqueda frenética por desvelar todas las mentiras que lo rodean desde las que están en las noticias, la gastronomía, los deportes, la política y hasta el pronóstico del clima.
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“Alicia tenía que demostrarle a Adalberto que no sólo México es el país de las maravillas y las mentiras, sino que en todo el mundo priva el fenómeno de las mentiras y de las simulaciones, y entonces él contrae una enfermedad que se podría llamar como escepticismo total. Y me di cuenta que yo tenía ya síntomas de esa enfermedad; en los pasados años me ha dado por llenar mis libretas de anotaciones de tantísimas falsedades, de estas cosas que ya desde Benito Pérez Galdós llamaba “filfa” a las fake news”, afirma Hernández.
El narrador e historiador dice que desde siempre ha existido esta simulación. “Entonces yo dije, ‘a ver, ¿qué pasaría si hay un hombre que cree que absolutamente todo es falso?’, y luego, ¿qué pasaría si se encuentra con una mujer que le dice, ‘Bueno, yo nunca he mentido y no miento’. ¿Qué pasa con esos dos? ¿Se puede armar una historia de amor?’, porque finalmente esto es una rara historia de amor”.
Su historia parte de la convicción de las falsedades que tenemos en la realidad y de esas verdades que tenemos en la literatura están latiendo siempre. “Con esta novela confirmo que hay una gran diferencia entre la mentira a secas o la tonta mentira y esto que llamamos ficción. Es decir, yo no le podría decir a García Márquez mentiroso, ni tampoco creo que Cervantes sea el creador de una mentira, al contrario, Cervantes, al crear la ficción tan bien dibujada de Don Quijote, logra que exista. Es decir, se vuelve una verdad. Don Quijote y Sancho son una verdad, representan una verdad. Eso quería yo también lograr con mi propia novela”.
Y es que también en “Alicia nunca miente” hay un homenaje que Jorge F. Hernández quiso hacerle a sus tíos Carlos y José, “Carlos era un mentiroso a secas, pero mi tío José era un mitómano mucho más elaborado, más cercano al concepto de novelista”.
Dice que cuando escribió esta novela, quería meterse en el terreno de la Inteligencia Artificial y de otras formas de la simulación o la mentira, pero decidió mejor ya no meterme en más problemas porque ya de por sí Adalberto duda de la comida, de la ropa, del clima, de las noticias deportivas, de la política ya ni decir, “en la política es en donde más pasto tienes que podar porque casi todo lo que vomitan los políticos es falso”.
Una de las verdades es que este México es tan violento y tan trágico y tan duro, pero también, dice Hernández, que ha sido muy desconcertante regresar a un México ahora invadido por motocicletas que no necesariamente las usan por razones de transporte de comida rápida, sino por la facilidad que les da a los sicarios para escapar y a los rateros para robar.
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“En el fondo creo que la novela ‘Alicia nunca miente’, lo que nos está ofreciendo a todos, es la posibilidad, quizá cursi, quizá cuestionable, lo que tú quieras, de que nos vamos a salvar, porque nos vamos a salvar a través de la literatura. Mientras nosotros leamos todos los rijosos, mentirosos, amnésicos, todos los de piel anaranjada con greñas amarillas que nos quieren molestar, se van a hundir porque no leen”, asegura.
Hoy, Jorge F. Hernández, está de vuelta en México, tras varios años afincado en Madrid, donde fue agregado cultural y salió en medio de un escándalo diplomático, de haber recatado Pérgamo, la librería más antigua de Madrid y luego haberla perdido, dice que por una traición. Está de vuelta y ya ha empezado a escribir otra novela, “y muy próximamente voy a publicar lo que fue mi tesis doctoral en la Universidad Complutense, que es un libro de historia que se llama ‘Compañeros de Cortés’”.
melc