antonio.diaz@clabsa.com.mx

El arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier descubrió el monumento funerario más importante de Mesoamérica: la tumba del gobernante maya Pakal el 15 de junio de 1952, al interior del Templo de las Inscripciones, en la zona arqueológica de Palenque, Chiapas. Este hallazgo es sólo uno de los muchos que ha realizado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a lo largo de sus 80 años.

El Instituto, que fue fundado el 3 de febrero de 1939 por la Ley Orgánica aprobada por el Congreso de la Unión y por mandato del presidente Lázaro Cárdenas, no sólo realiza investigación, también lleva a cabo trabajos de conservación y de difusión del patrimonio arqueológico, antropológico, histórico y paleontológico de nuestro país.

Antes de convertirse en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, hubo un precedente, el Departamento de Monumentos Artísticos, Arqueológicos e Históricos; sin embargo, para las funciones que debía desempeñar, el organismo era insuficiente, aún más porque se necesitaba personal especializado.

Indígenas y trabajadores, desafíos del INAH
Indígenas y trabajadores, desafíos del INAH

Los coras, grupo étnico que vive en la sierra de Nayarit, en una de sus danzas.

Con motivo de los 80 años del INAH, EL UNIVERSAL convocó a especialistas, investigadores y artistas a reflexionar sobre cómo ha contribuido el INAH a la construcción de la identidad de los mexicanos, y de qué manera el Instituto debe trabajar para la preservación de las culturas indígenas vivas de México.

Alfredo López Austin, historiador. La meritoria labor del Instituto Nacional de Antropología e Historia, en su ya larga vida, ha contribuido con un esfuerzo gigantesco al desarrollo de las ciencias sociales en México, participando con ello en la formación de la conciencia social y nacional. Se han preservado por su acción (del INAH) los bienes tangibles e intangibles que sustentan dicha conciencia, muchas veces defendiéndolos de la avaricia de quienes quieren explotarlos empresarialmente. Una parte considerable de la obra del INAH descansa hoy en el esfuerzo arduo, constante y productivo de muchos trabajadores —jóvenes científicos muchos de ellos— que se encuentran en precarias condiciones de contrato por obra, sin reconocimiento de sus derechos laborales y sin una seguridad de permanencia en el trabajo. Sería de desear que hoy, en tiempos de celebración de su 80 aniversario y de una reestructuración institucional, sean ellos beneficiarios de una verdadera transformación.

Indígenas y trabajadores, desafíos del INAH
Indígenas y trabajadores, desafíos del INAH

Ventana arqueológica en el Templo de Ehécatl- Quetzalcóat l, en Tlatelolco, abierta en 2018.

Otro momento es cuando en 1972 se hace la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, porque se definen los elementos del patrimonio nacional a los que se les pondrá énfasis para su protección. Sin embargo, esa ley no incluía a las culturas indígenas vivas.

Hay varias instituciones que se han abocado a la preservación de culturas indígenas vivas, no en términos de conservar sino de trabajar la cultura viva, con un marco metodológico diferente de trabajar con las culturas vivas a partir de sus necesidades. El INAH, con sus mandatos, no se vincula de la misma manera, no es que uno sea malo y el otro bueno, sino que simplemente son diferentes maneras de vincularse. El papel del INAH ha sido un poco más de registro y algunos apoyos. Hay que cambiar el método de trabajo, hay que ser facilitadores, crear espacios para arte indígena.

Indígenas y trabajadores, desafíos del INAH
Indígenas y trabajadores, desafíos del INAH

El arqueólogo Eduardo Matos trabaja en la pieza de la Coyolxauhqui ( 1978).

Las culturas se están deshaciendo, no sé si es tarde o no para hacer algo por ellas. Siempre se dice que el presupuesto es raquítico y con un presupuesto así no se puede hacer gran cosa. Por ejemplo, hay zonas arqueológicas que no se han tocado más porque no hay dinero para pagar a los arqueólogos. (Además) los museos regionales, como el de Santo Domingo, en Oaxaca, no se difunden entre los mexicanos y 80% son visitantes extranjeros, porque no tiene mucho impacto en la ciudad sobre todo entre los jóvenes, no sé si sea rechazo o indiferencia.

Me gustaría decirle al  INAH  que un tema que está olvidado es el del Museo Frissell de Mitla, el cual fue desmantelado y su colección está en una bodega desde hace siete años. ¡Cómo es posible que la colección de un museo de primera esté guardada en las bodegas, ahí se ve que no les interesa! El Instituto también debería descentralizar sus acervos, no solamente dejarlos en la Ciudad de México, sino devolverlos a los estados a los que pertenecen.

Indígenas y trabajadores, desafíos del INAH
Indígenas y trabajadores, desafíos del INAH

El arqueólogo Alberto Ruz descubrió la tumba de Pakal, en junio de 1952.

Por medio de sus investigaciones, el INAH colabora en el conocimiento de los grupos originarios, de su lengua, sus costumbres, su cosmovisión y algo muy importante: su situación actual en relación a un país pluricultural, donde las comunidades indígenas se han visto amenazadas por intereses económicos y políticos que afectan su identidad.

Haydeé López Hernández, arqueóloga. El INAH, a partir de investigaciones del pasado y presente de las poblaciones, ha sido pieza medular para indagar y saber cuáles han sido los mecanismos de desarrollo de los procesos identitarios. Sería difícil entender la identidad de los mexicanos sin el Instituto, porque no es la única instancia académica que ha realizado indagaciones en torno al pasado prehispánico, pero es la principal, la única responsable en términos legales de poder hacer indagación arqueológica. En ese sentido es en quien cae la mayor responsabilidad en torno al estudio y protección de esos vestigios.

El INAH ha contribuido e indagado al estudio de las poblaciones indígenas vivas pero no está entre sus atribuciones hacer políticas públicas que influyan en el tratamiento político de estas poblaciones, para eso han surgido otras instituciones. Al Instituto, por sus estatutos, le quedó sólo el estudio y no la aplicación de las políticas públicas. La contribución del INAH ha sido fundamental porque no se pueden aplicar políticas públicas sobre ningún tipo de población si se desconoce quiénes conforman esa población y cómo es su estructura social, lengua, costumbres.

Indígenas y trabajadores, desafíos del INAH
Indígenas y trabajadores, desafíos del INAH

Trabajadores dan mantenimiento al Museo Fuerte de Loreto, en Puebla.

El Instituto debe contribuir, no sólo preservando, sino promoviendo y difundiendo de manera estratégica la aportación a la diversidad que hacen estas culturas. A través, por ejemplo, de un mejor entendimiento de la actividad artesanal, como elemento estratégico de desarrollo regional y nacional. Asimismo, mediante un Programa Nacional de Turismo Cultural Sustentable. Que no sólo protejan, sino que también promuevan de forma estratégica nuestra cultura, y que el gran talento que posee el Instituto, en sus investigadores, supere la mentalidad sindical que tanto daño hace.

Google News

Noticias según tus intereses