Para el el 2020 fue el año de la pandemia y el año del (un evento que aún no se cierra). Pero el museo, que fundó en 2008 el migrante japonés Roberto Shimizu , y que dirige con su hijo Roberto, es un espacio que ahora mira hacia adelante. Aunque hubo temporadas de no abrir al público el año pasado, se trabajó en la catalogación de la colección y se “alzó la mano” para que se reabrieran las puertas al público.

“Desde abril del año pasado cerramos al público, pero internamente seguimos trabajando en catalogación de archivos, difusión, con actividad en redes sociales”, dice Roberto, hijo, en entrevista telefónica. En marzo pasado, el museo reabrió de forma oficial, sin embargo, este año han tenido diversas actividades, en todo caso, con las medidas sanitarias del caso.

El Museo del Juguete Antiguo México es un espacio independiente, en la colonia Doctores, que se financia con recursos de la propia familia. Tiene una colección de más de 45 mil piezas que se pueden visitar en el edificio del Museo en la calle Dr. Olvera 15. Actualmente está abierto, ofrece entradas a dos por uno (https://museodeljuguete.mx).

En el Museo, antes de la pandemia trabajaban 35 personas, pero la los llevó a quedarse con 10. Alrededor de 10 mil visitantes dejaron de ir al museo, y eso significó monetariamente más de un millón de pesos en pérdidas.

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“Pero logramos salir adelante”. La operación de este museo tiene un costo mensual de alrededor de 500 mil pesos. En busca de recursos, se abrió una tienda donde se venden ciertas piezas.

“Este gobierno, y con el nulo liderazgo de Alejandra Frausto , ha sido la muerte para muchos museos. Muchos colectivos, miles de artistas, que empezaban a presentarse, de pintores que hacían murales, tuvieron que dejar esos trabajos, tuvieron que regresar de cajeros, a los call centers para sobrevivir. Se me hace terrible que el gobierno solo tengan en su cabeza el proyecto Chapultepec. Si destinaran tantito de ese recurso para ese megaproyecto se recuperaba la infraestructura existente; no hubo nada de liderazgo en la pandemia, ningún apoyo, nada de ‘les vamos a condonar el predial, la luz por un año’. No hubo un solo apoyo federal en la pandemia para los museos. En la alcaldía nos donaron la sanitización y nos compraron boletaje. A nivel federal ha sido patético”.

El Museo, que sigue a la espera de que avance la declaratoria del Museo como parte del patrimonio de la ciudad, lo que les permitiría proteger más ese patrimonio, ha retomado su vida.

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“Tenemos una base de colectivos, desde enero estaban tocando la puerta; tenemos talleres de dibujo, danza, papiroflexia, filosofía, y conciertos, firma de autógrafos e intercambio de stickers, con las medidas sanitarias. Este año hemos hecho más de 30 murales. Planeamos hacer el festival Barrio Vivo, que se canceló en 2020, a fines de año”.

En 2020, a unos días de reabrir en agosto, sufrió el robo de varias piezas de colección. Acerca de lo que ha pasado con ese caso, Roberto cuenta: “Agarraron al ladrón cuando estaba asaltando a una familia en el centro, y nos habló un vecino porque lo identificaron. Lo que pasó también es que en Facebook, una familia que era la principal sospechosa de encargar el robo, empezó a vender las piezas. Fuimos a la fiscalía y una fiscal nos pidió dinero para proceder. ¡No puede ser! Luego, la policía de investigación también nos pidió dinero. Lo que necesitábamos era la declaración del ladrón de quién lo mandó a robar, porque fue un robo por encargo. Si el Museo tuviera la declaratoria de Patrimonio de la Ciudad, el delito escalaba a nivel federal y las penas serían mayores. Pero todo esto fue una maraña de decepciones”.

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