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Sábado por la tarde, el centro de la Ciudad de México vivía su caos habitual: tránsito cargado, turistas paseando, una banda de rock tocando en la calle, peatones abriéndose paso entre los puestos de la Alameda Central, donde también se llevaba a cabo una clase de baile en sus jardines. Mientras eso ocurría, en la explanada del Palacio de Bellas Artes, de por sí ya atiborrada, comenzaban a reunirse lo que al inicio eran al menos 100 personas. La invitación se difundió casi a la antigua, de voz en voz, pero en este caso fue de ‘repost’ en ‘repost’ de Instagram. El número de asistentes aumentó exponencialmente con el paso del tiempo gracias a los curiosos. Fue la moda lo que hizo que por 15 minutos, el ajetreo se detuviera para observar el desfile, con tintes de performance que organizó la diseñadora mexicana Gabrielle Venguer.
Se trató de la presentación de la colección “Hielo”, que aborda el tema de lo efímero, explicó Venguer a EL UNIVERSAL: “las cosas duran un momento, pero la sustancia permanece”.
La diseñadora contó que la colección tuvo origen en un error, un vestido le quedó pequeño y fue agregando tela a los costados hasta que se hizo casi como una alfombra y así fue como se le ocurrió que debía desfilar en un espacio público.
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Fue justo ese vestido largo, portado por una de las modelos, que dió inicio al desfile con una especie de performance en el que se desenrrollaron dos largos pedazos de tela que tenía a los costados, al ritmo de dos saxofonistas que entonaban jazz improvisado.
Sobre la tela, que fungió de alfombra, comenzaron a caminar los modelos vistiendo conjuntos en franela y terciopelos de colores –azul eléctrico, morado con naranja, azules degradados a tonos verdes, amarillo, rojo y verde limón– con patrones de ondas, así como vestidos de gasas vaporosas, faldas de encaje, chamarras de vinipiel con estoperoles y nudos, tacones cuadrados, abrigos de peluche y delicados cinturones con esferas transparentes.
“Las telas las hacemos nosotros en el estudio, trabajamos con técnicas de afelpado y usamos materiales que nos sobraron de otras colecciones”, detalló Venguer.
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Tras caminar por esta especie de alfombra, los modelos se detenían a posar, con la Alameda Central de fondo y la fachada del Palacio de Bellas Artes a un lado.
La aglomeración puso de nervios a un guardia de Bellas Artes, pero el público fue respetuoso con el acto, manteniendo de forma natural un perímetro suficiente para que el acto se llevara a cabo. El único que irrumpió la ilusión fue una persona, que portaba un gafete de la Secretaría de Cultura que se atravesó a media presentación, quizá como un gesto para demostrar autoridad.
“Se vuelve mucho más aventurero, hermoso e involucra a toda la gente para que sea parte de, que normalmente la moda es muy exclusiva y de flojera, queríamos darle oportunidad a otro giro. Siempre da miedo, pero también me da adrenalina, me gusta retar al sistema y las normas. Las cosas no tienen que ser de una manera y esta es una propuesta de hacerlo distinto”, dijo la diseñadora sobre hacer el desfile frente a Bellas Artes.


Carlos Didjazáa, especialista en moda mexicana y coleccionista, explicó que no es la primera vez que un diseñador de moda mexicano hace una intervención en el Palacio de Bellas Artes, pues en 1998 Armando Mafud hizo un desfile en su teatro.
“Me parece muy importante e innovador hacerlo afuera para acercarlo a la gente. La convocatoria que reunió demuestra el interés que tiene esa quimera, que llamamos el público general por moda”, concluyó Didjazáa sobre el desfile de Venguer, a quien considera “uno de los talentos más prometedores que hay ahorita”.
Con este desfile, Venguer pone la cereza del pastel en la víspera del fin de la Semana del Arte, evento que con ferias de arte e inauguraciones de exposiciones, transforma a la Ciudad de México en el epicentro del arte.
pjm