–Hasta acá a la playa de Rosarito llegaron los señores y las señoras de Morena.

Me lo cuenta doña Lupe por teléfono. Me ha dicho que como ella no tiene el número de Andrés Manuel, me encarga que yo se lo haga saber.

Llegaron a la arena blanca y fueron visitando las casas de cemento pintadas de colores de las familias pescadoras para invitarlas al mitin en el zócalo del pueblo.

—Y yo y mi familia fuimos por primera vez a un mitin y vimos a Andrés Manuel vendernos a Jaime Bonilla.

En el templete, Andrés Manuel de camisa blanca le alzó la mano a Jaime, también en camisa blanca, y se los presentó a las familias pescadoras de Rosarito y les dijo: “Éste es el bueno, cómprenlo”.

—Algo así —acota doña Lupe. —No recuerdo si exacto dijo eso, pero eso entendimos nosotros.

“Cómprenlo porque este ingeniero, a pesar de su mala fama como empresario tramposo, sí está bueno para gobernador y yo respondo por él”, entendió doña Lupe que Andrés Manuel les dijo.

Y como le creían a Andrés Manuel que él no miente, no roba y no engaña al pueblo, pues votaron por Jaime. Y por eso Jaime ganó la gubernatura. Y por eso ahora doña Lupe le reclama a Andrés Manuel que Jaime no salió bueno.

Su primer acto de gobierno, aún antes de tomar la posesión de la gubernatura, ha sido comprar a los diputados del Congreso para que le extiendan su mandato de 2 años a 5 años. Lo que prueba que Jaime miente, corrompe y engaña al pueblo.

—Quiero mi voto de regreso —me dice muy seria doña Lupe.

Quiere que le den otra oportunidad para votar por otro candidato que ya no sea Jaime. Ese ya resultó malo. Qué bueno puede esperarse de él si empezó transando. Si Andrés Manuel le dice mañana a doña Lupe que el tal Jaime se lo transó también a él, y pone a otro candidato, ella vuelve a tenerle fe a Andrés.

—Él tiene que quitarlo porque él nos lo vendió.

De cierto, según oyó en la radio, por ley el Presidente puede quitarlo. Y todo eso que ahora dicen en la radio los políticos sobre cómo solucionar las cosas, que si hay que llevar el caso a quién sabe qué Juzgado, que si hay que darle tiempo al Jaime de que se enmiende, le suena a doña Lupe a chueco.

—Checo –la corrijo. –Checo, el idioma de la República Checa.

—No —se enoja ella—, dije: chue-co.

El idioma de la República de los Chuecos. Los transas. Los políticos corruptos. Los que dicen mil cosas para no decir la verdad.

Y si Andrés Manuel no hace nada y deja al que les vendió hacer sus maldades en Baja California, ¿qué pasa?

—Bueno, pues creeremos que nada cambió tierra adentro: los políticos mienten, roban y engañan: será lo de siempre, lo de siempre, lo de siempre.

Es decir, será la restauración de la República Chueca que nunca se fue: seguirán construyéndose carreteras chuecas, hospitales chuecos, escuelas chuecas con maestros chuecos, seguirán vendiéndose litros de 800 miligramos, aguas medicinales sin medicina, electricidad sin focos y biblias sin Jesús.

Y Doña Lupe y su familia seguirán pescando en alta mar y bajo un cielo azul y altísimo, a sabiendas que tierra adentro los chuecos siguen enchuecándolo todo porque solo saben pensar en chueco.

—Yo paso su recado —le digo a doña Lupe. —No sé si alguien tierra adentro todavía hable el derecho.

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