La corrupción en Pemex no es una práctica exclusiva del sindicato en el que sus líderes se han perpetuado por años, Carlos Romero Deschamps, el actual. También es costumbre, escandalosa, de una mafia de funcionarios, no todos por supuesto, que sin escrúpulo alguno defienden cargos y lealtades políticas para seguir enriqueciéndose con el multimillonario negocio de la corrupción petrolera.

Esa mafia, conformada en su mayoría por ingenieros petroleros, anda muy nerviosa y preocupada porque, por primera vez en años, ven en riesgo real su negocio con la llegada al poder de AMLO y con él, a Pemex, de Octavio Romero Oropeza.

Este tabasqueño, cercano desde siempre a la carrera política de López Obrador, es un ingeniero agrónomo. Que lo sea es el principal argumento que esgrimen los mafiosos de Pemex para descalificar su llegada a la dirección general de la ahora empresa productiva del Estado, pues de petróleo, se quejan, no conoce nada. La realidad es que le temen, porque saben bien que como oficial mayor de AMLO en la Ciudad de México (2000-2005), tuvo un papel preponderante en la optimización del gasto del gobierno y la ejecución de políticas de austeridad y combate a la corrupción. Y a eso es precisamente a lo que va a Pemex. Y eso es lo que le ha ganado el respaldo de las muchísimas empresas mexicanas integradas a la cadena productiva de la industria petrolera.

Con sus representantes se reunió Romero el miércoles pasado. Ahí le advirtieron que debe ser muy cuidadoso de los cargos que escoja para las Empresas Productivas Subsidiarias (EPS) que conforman a Pemex, ya que podrían volver a quedar en manos de la mafia que las ha manejado durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

La EPS mas importante es Pemex Exploración y Producción (PEP). Algunos de sus empleados y trabajadores han denunciado y documentado a esta columna cómo se está moviendo esa mafia, de la que aseguran forma parte su actual director Javier Hinojosa Puebla, a quien por cierto se acusa de ser uno de los orquestadores de La Estafa Maestra. Le atribuyen un fraude de tres mil 576 millones de pesos, cometido entre 2011 y 2014, con la firma de 39 convenios con universidades que desviaron hacia empresas fantasmas que supuestamente harían obras para sus respectivos campus.

Parece obvio que, con el cambio de gobierno, Hinojosa Puebla dejará la dirección de PEP, pero ya se mueve para que uno de los suyos quede en su lugar. Entre otros se menciona a Félix Alvarado Arellano, ex subdirector de la Región Sur, acusado de otorgar contratos a empresas sin capacidad técnica ni financiera, como el que dio a su socio veracruzano Mario Hernández Palmeros y que finalmente fue lo que lo puso patitas en la calle. Otro que la busca es Javier Serrano Lozano, también ligado al empresario Hernández Palomeros, a través de su hijo Edgar Serrano, quien es socio de una de las empresas del Grupo Nuvoil.

Pero también la busca Gustavo Hernández Galicia y Ricardo, que presenta como credenciales su cercanía a Manlio Fabio Beltrones y a Emilio Gamboa. Él, a su paso por PEP, puso en marcha las monetizaciones de PEP mediante la venta de su sistema de ductos y fue acusado de apoyar a la empresa CESIGSA, a la que dio servicios en las regiones norte y sur a través de contratos disfrazados de la filial COMESA, que dirigía Adrián Oviedo Pérez, quien técnicamente la desfalco y quebró en perjuicio de Pemex, que es poseedor de 51 por ciento de sus acciones.

Pero Octavio Romero Oropeza también deberá cuidarse de algunos panistas que entre 2004 y 2005 participaron en la guerra sucia contra López Obrador y que representan los intereses del ex director Juan José Suárez Coopel, quien con el apoyo de su amigo, el líder sindical Carlos Romero Deschamps, presionó para que sus amigos extendieran contratos hasta el 31 de diciembre de este año.

La advertencia está hecha.

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