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El mundo está enfrentando uno de los momentos más complicados respecto al incremento de las guerras; por lo menos 50 países alrededor del mundo están vinculados a un conflicto bélico interno o con terceros, conflictos que afectan a millones de personas: mujeres, hombres y sobre todo a los niños, que ven su vida peligrar y que han tenido que dejar todo atrás para sobrevivir.
Siria, Afganistán, Pakistán, Sudán, Somalia, Congo, Nigeria y algunos más son de los países donde existen conflictos que han originado a través de los años muertos, heridos, desplazados y exiliados.
Entre tanta oscuridad, el deporte se convirtió en luz; sí, una actividad tan natural como correr para que no te alcancen, brincar hasta cierto punto para ser el que llegará más lejos de todos los niños en un refugio o nadar sin parar hasta poner a salvo a tu familia, hizo que el deporte convirtiera todo coraje, tristeza e injusticia en una esperanza.
Hace un año en Río 2016 conocimos a 10 personas impresionantes, 10 atletas que llegaron a los Juegos Olímpicos con historias por las que ya eran acreedores a una medalla, sus historias eran de una completa supervivencia y todas vinculadas con el deporte, porque fue a través de éste como pudieron canalizar y superar situaciones dantescas que pusieron sus vidas en peligro.
Ante esto, la ONU por medio de distintas organizaciones comenzó hace algunos años a trabajar con distintos programas deportivos en los diferentes campos de refugiados que hay actualmente en los territorios en guerra o en aquellos países que abrieron sus fronteras para compartir espacio a los que perdieron todo, hasta su nacionalidad.
La guerra los hizo huir, pedir asilo y buscar adaptarse a una nueva vida. Otros aún no han corrido con tanta suerte y luchan por mantenerse vivos; el deporte está intentando borrar del interior de cada persona vinculada a un conflicto bélico el hambre, la muerte, la ciudad en ruinas, la sangre, las balas y el infierno en el que viven; sí, es el deporte el que hoy en día les mostró que existe la posibilidad de darle un giro de 180 grados a su vida.
Al final, el deporte en la guerra, el deporte como refugio en la guerra, el deporte y los refugiados, son una relación en la que la humanidad sale ganando.
deportes@eluniversal.com.mx
En la foto: En Río 2016, 10 deportistas compitieron como refugiados (ARCHIVO. EL UNIVERSAL)