Rachel Carson describió la biomagnificación, proceso en que químicos tóxicos se concentran en animales en niveles más altos de la cadena alimenticia. Su libro Silent Spring estimuló el movimiento ambientalista moderno y atrajo la atención mundial sobre los peligros del DDT y otros pesticidas. El DDT se dispersa por aire y agua, y sus efectos se padecen lejos de donde se usa. Por su toxicidad, muchos países industrializados lo prohibieron en los años 70, pero continúo usándose desenfrenadamente en países en desarrollo. Pero el problema no sólo son los pesticidas.

“Una primavera, una plaga extraña se deslizó sobre la región, y todo empezó a cambiar. Un maleficio se arraigó en la comunidad; misteriosos males arrasaron los gallineros, y ganado y ovejas enfermaron y murieron. La sombra de la muerte estaba en todas partes” (Silent Spring, 1962).  

Según Ocean Health Index, hoy se usan 100 mil químicos y los más nocivos son: fertilizantes agrícolas, óxidos de nitrógeno (de suelos agrícolas y estiércol de ganado, quema de combustibles fósiles y procesos industriales) y metales pesados tóxicos como plomo (gasolina, baterías recargables, juguetes), cromo (componente principal del acero inoxidable) y mercurio (centrales eléctricas a carbón, y producción de oro y cemento). Hemos convertido nuestros ríos, lagos y océanos en letrinas a donde estos contaminantes llegan, junto con aguas negras residenciales e industriales.

Los efectos de la contaminación en la salud y el costo para las economías nacionales y global son colosales. La Comisión Lancet sobre Contaminación y Salud calcula que 9 millones de personas murieron prematuramente en 2015 por enfermedades relacionadas con esta causa. Es un asesino global en serie, responsable de 16% de las muertes: tres veces más que el SIDA, tuberculosis y malaria juntas, y 15 veces más que las guerras. 92% de las muertes son en países de ingresos bajos y medios, causando pérdidas en la productividad que anualmente reducen su PIB en hasta 2%.

Aun así, la contaminación no es prioridad en la agenda de salud global ni de cooperación internacional. El ego de los gobiernos se infla más cuando despilfarran recursos exorbitantes en defensa militar: Estados Unidos gastó 825 mil millones de dólares en armamento en 2018 y China 148 mil millones de dólares en 2017, según SIPRI.

La magnitud de descargas de desechos de barcos de crucero es abrumadora. Un barco mediano transporta 3 mil 500 pasajeros que, según WWF, generan semanalmente 795 mil litros de aguas residuales, 3.8 millones de litros de aguas grises, 500 litros de desechos peligrosos, 95 mil litros de aguas oleaginosas de sentina y 8 toneladas de basura. La Caribbean Tourism Organization estima que los cruceros en el Caribe - un mercado mundial principal - hospedaron 29 millones de turistas en 2015. Recuerde estas cifras la próxima vez que piense reservar un crucero.

Cuando era joven los popotes eran de cartón; desconozco si el papel era reciclado. Pero, parafraseando el lema de campaña de Bill Clinton en 1992: “¡Es el plástico, estúpidos!” De acuerdo con Roland Geyer de la Universidad de California, en 170 años produjimos 8 mil 300 millones de toneladas de plástico y la mayoría terminó en rellenos sanitarios o contaminando continentes y océanos. La Fundación MacArthur estima que anualmente llegan a los océanos 8 millones de toneladas de plásticos y hoy hay 150 millones de toneladas en ellos. Greenpeace declaró la “guerra” a los plásticos.

Remediar los daños ambientales requiere recursos muy superiores a las sanciones impuestas por la autoridad. En el peor desastre ambiental de la industria minera mexicana, en 2014, la mina Buena Vista del Cobre (séptima más grande del mundo) del Grupo México vertió 40 mil m³ de sulfato de cobre acidulado en el río Bacanuchi y río Sonora, cerca de Hermosillo, Sonora. La multa fue minúscula - $23.5 millones - aunque según Semarnat la minera debería resarcir daños ambientales de centenares o miles de millones.

Puede que las cosas estén cambiando. En agosto, una jueza en Estados Unidos condenó a Monsanto (fabricante del herbicida Roundup), de la compañía alemana Bayer, a pagar 289 millones de dólares a Dewayne Johnson (ex jardinero de 46 años y quien tiene cáncer terminal) por exponerlo a este herbicida y no advertirle el peligro. El pasado lunes esta cantidad fue reducida a 78 millones de dólares. Millares de casos hacen fila, tan solo en Estados Unidos, lo que pone en serios aprietos a Monsanto. Veremos si hacen lo mismo en los otros 129 países que usan Roundup en más de 100 cultivos.

Hace 56 años, Silent Spring enfrentó críticas feroces. Los ataques desacreditando a la Dra. Carson provinieron, como era de esperarse, de poderosas empresas químicas como DuPont. Intentaron retratarla como una sentimental “enamorada de la naturaleza”. Ella era una científica sólida y una naturalista. No hay contradicción. La investigación científica nace del amor sin remordimientos por la naturaleza. Una pasión que debemos nutrir si es que queremos vivir en un mundo sano.

Un alto en el camino para hablar de migraciones.

Científico y ambientalista Twitter @ovidalp

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