Si bien el gabinete de Andrés Manuel López Obrador se caracteriza por ser uno de los más longevos, con un promedio de edad de 57 años, también hay figuras que deslumbran por estar en puestos relevantes pese a su corta edad.

Los casos más llamativos son el de la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, quien tiene 31 años, y el del titular de Sedatu, Román Meyer, que cumplirá 36 años en agosto. Carlos Martínez, director del Infonavit (33), y Jorge Mendoza (35), de Banobras, son otros funcionarios del gobierno de la cuarta transformación que figuran entre los más jóvenes.

Sin embargo, el integrante más joven del gabinete trabaja en el Servicio de Administración Tributaria (SAT). Se llama Antonio Martínez Dagnino, tiene 27 años y es amigo de Gonzalo Alfonso López Beltrán, hijo menor del Presidente.

Se conocieron en la universidad. Aunque estudiaron carreras distintas —Martínez Dagnino es contador y López Beltrán se graduó de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM– trabaron una amistad gracias a que tenían amigos en común.

El bajo perfil de Martínez Dagnino ha hecho que pase desapercibido, pero su cargo en el SAT es de la más alta relevancia. Fue nombrado como administrador general de Grandes Contribuyentes, el puesto más importante después del que ostenta Margarita Ríos-Farjat como jefa de la institución.

Martínez Dagnino rindió protesta como funcionario del Servicio de Administración Tributaria el 14 de diciembre; lo hizo junto a su jefa y ante un pleno del Senado incompleto por la protesta a estos nombramientos. Se ausentaron buena parte de los legisladores de las bancadas del PRI, PAN y PRD.

Convencido de que la condonación de impuestos a los llamados ‘peces gordos’ fue una de las grandes sangrías de recursos públicos durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, el presidente Andrés Manuel López Obrador habría recurrido nuevamente a los consejos familiares para colocar a una persona de todas sus confianzas en la Administración General de Grandes Contribuyentes.

Si para designar a Margarita Ríos-Farjat a la cabeza del SAT la recomendación se atribuye a su esposa Beatriz Gutiérrez-Müller, en el caso del nombramiento de Antonio Martínez Dagnino se le adjudica a su hijo Gonzalo López Beltrán.

Sin embargo, dentro y fuera del SAT hay quienes empiezan a dudar de la capacidad del joven contador para llevar la riendas de una área tan importante. Previo a integrarse al gabinete de AMLO, Martínez Dagnino ocupó un cargo en la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y en su currículum vitae asegura que también tiene experiencia en el sector bancario.

Martínez Dagnino sustituyó en el cargo a Oscar Molina Chie, un veterano de la Procuraduría Fiscal que culminó sus responsabilidades en la administración anterior con buenos números recaudatorios, como el récord de recuperación de recursos frente a grandes contribuyentes que rebasó 56 mil millones de pesos en el ejercicio de 2017.

De hecho, se afirma que ante el reto de asegurar los 1.17 billones de pesos que por recaudación generaron los Grandes Contribuyentes en el último ejercicio fiscal, la propia Ríos-Farjat tuvo la tentación de mantener a Molina Chie en el cargo, idea que no fue aceptada por López Obrador.

La opinión sobre Molina Chie se supo cuando, según lo publicado por el columnista de esta casa editorial, Salvador García Soto, el 5 de febrero pasado, en una reunión con su gabinete el Presidente comentó a sus colaboradores que “cómo no les iban a condonar los impuestos a los empresarios, si el director de Grandes Contribuyentes del SAT se iba a jugar golf con ellos”. Esto en referencia al caso de la supuesta condonación de 35 mil millones de pesos a los ex propietarios de Grupo Modelo que luego hizo pública en una conferencia mañanera.

Frente a este escenario se acumula cada vez más presión sobre Martínez Dagnino. Sobre todo, luego de que se reveló que en lo que va del gobierno ya se registran más de 2 mil amparos contra la eliminación de la llamada Compensación Universal y que las operaciones con facturas falsas relacionadas con Grandes Contribuyentes rebasan 2 billones de pesos.

Más allá de la confianza familiar, el Presidente espera acciones contundentes contra los grandes evasores fiscales, mientras Martínez Dagnino le responde a través de los medios: “justo estamos trabajando en eso”.

¿Cómo acabará esta historia en la que también está en juego la permanencia de Ríos-Farjat al frente del SAT?

¿Llegará a Pemex un improvisado? Y hablando de funcionarios improvisados, en Pemex se baraja la posibilidad de nombrar a Abraham David Alipi Mena como subdirector de Pemex Exploración y Producción. Sus únicas credenciales para este puesto son que se graduó en Comercio Exterior y Aduanas por la Universidad Olmeca, en Tabasco. Es decir, nada que ver con el sector energético.

La razón por la que este funcionario llegaría a esa posición es porque tiene un padrino político en Palacio Nacional, y aunque no es el Presidente, contaría con todo el respaldo para mover y deshacer todo lo que se le ocurra en esta área estratégica de Pemex.

Vale la pena recordar experiencias fallidas de funcionarios improvisados como cuando el presidente Felipe Calderón designó a Mario Ávila subdirector en Pemex Exploración y Producción, ya que durante su gestión solo puede presumir que contribuyó al crecimiento y expansión de la casi extinta Oceanografía, su cercanía con la familia Mouriño y una inhabilitación de 10 años por corrupción.

Así las cosas.

Twitter: @MarioMal Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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