Los empresarios mexicanos están entre asustados y preocupados por lo que va a pasar después del 1 de julio si Andrés Manuel López Obrador se convierte en Presidente de la República. Lo dicen en comidas, lo discuten en los consejos de administración y lo transmiten a sus empleados a través de correos electrónicos.

Su preocupación es legítima: si cambia drásticamente el modelo económico, la inversión y el empleo podrían estar en riesgo. Dicho temor ha sido capitalizado por Ricardo Anaya, no porque los empresarios piensen que es el mejor candidato, sino porque creen que es el único que a estas alturas del proceso tiene posibilidades de pelearle la elección al fundador de Morena.

El candidato de la alianza PAN-PRD-MC, en contraste con Andrés Manuel López Obrador, ha ido de reunión en reunión endulzándoles los oídos a los hombres y mujeres de negocios. Les ha prometido un ómbudsman de las inversiones, los ha defendido de los maltratos de AMLO, se comprometió a elevar el gasto público a 25% del PIB y a apoyar la inversión privada, y les ha asegurado que generará un crecimiento económico superior al 2.2% promedio de la última década.

Su estrategia ha tenido éxito principalmente por el estancamiento en el que se encuentra José Antonio Meade, quien, según las encuestas, se mantiene en un lejano tercer lugar.

Así pues, acompañado de sus hombres más fuertes, como Diego Fernández de Cevallos, Jorge Castañeda y, más recientemente, Víctor Almeida, dueño de Interceramic, el “joven maravilla” se ha plantado frente a buena parte de los grandes empresarios del país. Apunte entre ellos a Alejandro Ramírez, Carlos Slim, Claudio X. González, Alberto Baillères, Germán Larrea, Eduardo Tricio, Antonio del Valle, Valentín Diez, Alfredo Harp, José Antonio Fernández, María Asunción Aramburuzabala, Adrián Sada, Daniel Servitje y Federico Terrazas.

Uno de ellos, consejero de varias empresas, me describió las reuniones como muy productivas y calificó a Anaya de ser un “joven brillante, con buenas ideas”. El hombre de negocios no dejó duda de que, ante lo que consideró un escenario “muy difícil” para el candidato del partido en el gobierno, el joven panista era su plan “B”.

Lo mismo con los integrantes del Consejo Mexicano de Negocios que con los del Grupo Monterrey, Ricardo Anaya ha ido derramando su miel, diciéndoles a los empresarios lo que quieren escuchar. Les ha hablado, por ejemplo, de los beneficios que traería su administración en materia económica y cómo ayudaría a las empresas a obtener jugosos contratos mediante un ambicioso programa de asociaciones público-privadas.

Pero ha ido más allá: les ha propuesto más de lo que sus atribuciones como titular del Ejecutivo le permitirían. Este martes, en su columna de EL UNIVERSAL, Javier Tejado relevó que el candidato de la coalición Por México al Frente habría ofrecido a Carlos Slim modificarle el título de concesión a Telmex y permitirle dar el servicio de televisión. Con ello, su empresa América Móvil se convertiría en la única con posibilidades de vender los servicios de cuádruple play en el país.

El acercamiento entre Anaya y Slim tiene varios interlocutores. Uno de ellos es el litigante Diego Fernández de Cevallos, quien encabezó el equipo jurídico que devolvió al magnate de las telecomunicaciones cientos de millones de dólares tras lograr el fallo definitivo para eliminar la tarifa cero de interconexión. El Jefe Diego cabildeó fuerte en la Suprema Corte de Justicia de la Nación para ganar esa pelea y Slim prometió regresarle el favor.

Otro personaje clave en la relación Anaya-Slim es el primo del dueño del Grupo Carso, el empresario Alfredo Harp Helú. El presidente honorario del Consejo de Administración de CitiBanamex es socio y amigo de Víctor Almeida
García, a quien el 1 de mayo pasado Anaya nombró como su coordinador de enlace empresarial.

Almeida García es un empresario reconocido en Chihuahua y en el resto del país por su empresa Interceramic, la cual facturó 2 mil 595 millones de pesos el año pasado. En su consejo de administración figuran inversionistas como Alfredo Harp y José Luis Barraza, otro empresario chihuahuense que fue presidente nacional del Consejo Coordinador Empresarial y presidente de Aeroméxico.

La estrecha relación de Anaya con el gobernador Javier Corral llevó al candidato frentista a tejer alianzas con los empresarios de Chihuahua, a partir de las cuales logró insertar su discurso entre los inversionistas de Nuevo León y otros estados del norte del país.

Otro de los inversionistas que apoyan la campaña de Anaya es Federico Terrazas Becerra, accionista mayoritario de Cementos de Chihuahua, que también tiene presencia en Estados Unidos.

¿Qué les está prometiendo el candidato de la coalición PAN-PRD-MC a los empresarios, quienes, preocupados por el eventual triunfo de AMLO, están apostando a su favor?

¿Son promesas reales o sólo les está endulzando los oídos?

Twitter: @MarioMal Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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