Desde que Danny Peary, el legendario acuñador del término “cult-movie” separó del montón un número significativo de filmes que, gracias a lo notable de su contenido, excesos, ideas estéticas pervertidas, convenciones temáticas al extremo de categorías como el Cine B o Z, el camp, virado al kitsch, el cine de explotación y muchos de sus derivados de horror: gore, slasher, mondo, giallo, nun y sex-plotation, biker, caníbal, eco-terror y muchos más, el cine ya nunca fue el mismo.

Varios volúmenes de cult-movies (incluyendo el de estrellas de culto y la guía para el film fanatic) no pueden estar equivocados acerca de un fenómeno irreversible y polémico entres fans y fandoms, a los que no les importan los reproches adversos de los “críticos especializados” sino lo controvertidos de muchas de estas películas que de simples historias llevadas a la pantalla se vuelven algo más que extraordinarias, clásicas, dormilonas, oscuras, canijas, maravillosas (pero no en el sentido relamido de la crítica tradicional), peligrosas y generadoras de diversos altercados estéticos.

Lo mejor es que no se toman en serio, más que en el recurrente chacoteo de exaltaciones exageradas y defensas inimaginables (“talón de Aquiles” de soporíferos ejemplos como ROMA) de fans, detractores o serial-killers-films de títulos igual de apocalípticos y espantosos que divertidos, pero mejor que el de Alfonso Cuarón, que no defiende su filme sino el jugoso trato de millones de dólares que hizo con Netflix, que nunca apostaría por Barbarella o Liquid Sky, cartas fuertes de su cult sci-fi-movies, o las endiosadas: The Rocky horror picture show y El fantasma del paraíso, más muchas de su cult crime movies.

El autor que ha defendido más de mil 600 películas, pone ahora los ojos en el fantástico mexicano haciendo una rigurosa lista de cintas de lógica exportación a lugares donde se venera a estos filmes y los globos de Oro, Oscar y demás premios de ensalada popof, valen bolillo. Pepe Buil, creador de la formalmente hablando mejor película del cine de luchadores (La leyenda de una máscara), su antecesora: Adiós, adiós ídolo mío y recientemente del biopic de Goyo Cárdenas (Los crímenes de Mar del Norte) encabeza el listado de cine alternativo nacional que, por supuesto, tendrá su volumen.

A estos títulos ya míticos, se le suman cintas como El barón del terror (venerada y favorita de Frank Zappa, que hasta le dedico una canción), El hombre que logró ser invisible, El pantano de las ánimas, Los jefes, Santo contra el asesino de la televisión, El caníbal de la Guerrero, El mata putos, El vampiro, Alucardos, El charro de las calaveras, El vampiro y el sexo, Misterios de ultratumba, El esqueleto de la señora Morales, Las Poquianchis, El Niño Fidencio, Qué lindo cha-cha-cha, El ladrón de cadáveres, Heli, Los ladrones viejos, Intrépidos Punks, La venganza de los punks, El violador infernal, Utopía 7...

Peary, alguna vez llamado por muchos “El punk de los cult movies” una vez lamentó no haber puesto antes sus ojos en México, dueño de un gran tradición de calamidades y exabruptos fílmicos llenos de tequila, mezcal, pulque e historias extraordinarias y que sólo ocurren en esta latitud donde existe el mayor número de fans de este cine. Lléguenle al culto de manera alterna, como debe ser.

pepenavar60@gmail.com

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