Quién diría que, a pesar del poco interés del presidente López Obrador en asuntos internacionales, en este ámbito enfrentaría su primera gran crisis de gobierno.

La respuesta ha sido oportuna y parece haber estado a la altura de las circunstancias. El canciller viajó desde el sábado a atender la crisis, junto a una delegación conformada por varios secretarios y un subsecretario, a la cual se incorporó a partir de ayer el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.

Parece inminente que Donald Trump, envalentonado como está en la disputa electoral, impondrá el 10 de junio un arancel de 5% a las importaciones de México. Sin embargo, una buena labor diplomática y de cabildeo puede permitir que no se concrete la amenaza de llevar estos aranceles hasta 25%.

El gobierno tiene claro que hay una serie de principios en materia migratoria que no puede transigir, como la posibilidad de erigirse como tercer país seguro. En este sentido, se antoja improbable que las negociaciones puedan darle un triunfo a Trump capaz de apaciguarlo en el plano migratorio.

En cualquier caso, nuestra delegación tendrá que sentarse a escuchar qué es exactamente lo que pretende su contraparte, pues de las declaraciones y tuitazos de Trump no se deriva hasta ahora mayor claridad.

En el ámbito comercial, México podría responder a través de aranceles espejo, similares a los que amenaza poner EU, o incluso aranceles carrusel, creados de forma impredecible en determinados sectores económicos para generar presión.

Existe también una serie de rutas legales y políticas que México puede explorar, y es de suponer que nuestra diplomacia tiene claras para este momento. Recurrir a organismos multilaterales es una opción, aunque se trata de una vía complicada y muy lenta.

Además de dialogar con las autoridades estadounidenses, quizás lo más importante que puede hacer la delegación mexicana es promover un trabajo político en EU con una gran diversidad de actores sociales y políticos.

Varios de estos no comparten la imposición de aranceles a los que México se está acercando. Esto ocurre incluso entre miembros de la propia coalición gobernante como Robert Lightizer, representante en materia de comercio, o incluso el gobernador de Arizona, Douglas Ducey, considerado como un “amigo de México”.

Es probable que nuestra embajada ya esté calculando que en las próximas semanas tendrá lugar un fuerte debate en el Congreso de Estados Unidos sobre si Trump está facultado para establecer aranceles como lo está haciendo, e incluso es posible que algunos senadores planteen que el presidente se está excediendo en sus atribuciones.

Trump ha invocado una ley de 1977, la International Emergency Economic Powers Act, la cual confiere al presidente de los Estados Unidos autoridad para responder a cualquier amenaza extraordinaria e inusual que tenga su origen fuera del país, y amenace la seguridad nacional, la política internacional o la economía.

La utilización de esta ley puede ponerse en práctica previa declaratoria de emergencia nacional, como lo hizo Trump el 15 de febrero de 2019 en la frontera sur. Sin embargo, el presidente está obligado a consultar al Congreso, el cual podría dar por terminada la emergencia e invalidar las acciones adoptadas con fundamento en dicha ley. Sin duda hay varios caminos por recorrer.

Nota: Martha Bárcena y Marcelo Ebrard están condicionados a defender el mismo proyecto. La versión de que existe un conflicto entre ambos que dificulte las labores de la diplomacia mexicana se basa en intrigas palaciegas de transcendidos que buscan la nota fácil y el posicionamiento efímero. En una crisis nacional como la que hoy enfrentamos es irresponsable apelar a otra cosa que no sea la unidad. Más allá de las filias que puedan existir entre sus equipos, la embajadora en Estados Unidos y el Canciller se llaman por teléfono todos los días y están trabajando juntos en esta crisis, según fuentes consultadas.

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