Buen ciudadano que soy, observé en YouTube un par de recientes discursos de los que emite el presidente AMLO en su “gira del agradecimiento”, el de Ciudad del Carmen y el de Villahermosa. Es fascinante e intrigante.

Desciende del AMLOmóvil a calculada distancia de un templete decorado con la santísima trinidad: San Juárez, San Madero y San Tata. Durante siete minutos, al navegar una estrecha esclusa, se deja abrazar por los hombres y besar por las mujeres; posa en selfis, recibe documentos, impone las manos a los niños, apapacha ancianos, otorga autógrafos. Es evidente que le genera un deleite descomunal.

Sale de la alberca de la masa y trepa al templete lleno de acalorados importantes. Retumban las ovaciones. Recorre el escenario varias veces alzando los brazos y soltando el perentorio karatazo mientras un redundante “animador” entona solista SUNONOOOR TARCONOBRADOOOR al que se suma el fortísimo coro tumultuario.

Al segundo movimiento (PRESI-DENTE/PRESI-DENTE) concede el gesto que significa “los abrazo a todos” y rubrica con el puño en alto que significa “energía”. La multitud brama la alegría de la certificación: Él es real, Él está aquí. SUNONOR (SUPER) STAR CONOBRADOR. “¡Que se siental cariño, carmelitas!” urge el “animador”. SÍ SEPÚ SÍ SEPÚ entona el himno a la alegría.

Un groupie le da el micrófono. Una groupie le da los papeles. Comienza el discurso. Bendice a Ciudad del Carmen y a los presentes. VOYA CUMPLIR CONTRA VIENTO Y MAREA. Lo molesta que el coro entone su repulsa al ahí presente gobernador de Campeche, un tal Alico. AMLO los calla ipso facto: “¿Qué es más importante: andar persiguiendo políticos corruptos o transformar a México?” La repulsa se transforma en ovación.

Más que transformar, la palabra es trasmutar, cambiar la substancia de las cosas: la corrupción pretérita se trasmuta en futuro bienestar gracias a un contundente HÁGASE. (Al tal Alico le vuelve notoriamente la calma al puerco.) Yo te perdono, ha dicho, porque A UN LADO LA POLITIQUERÍA. El dedo índice en alto (uno al que llama afectuosamente “MI DEDITO”) siempre habla primero, mientras la boca oratoria se afana en alcanzarlo.

Ya metido en trasmutaciones, extrae panes y peces del aire de la canasta pródiga. Con cifras exactas (que refuerzan la sensación de eficiencia) anuncia que 19 mil 899 jóvenes de Campeche recibirán 3 mil 600 pesos mensuales para capacitarse. Ovación. 2 mil 946 universitarios recibirán 2 mil 400 pesos mensuales para ser universitarios. Ovación. 36 mil preparatorianos recibirán 800 pesos mensuales para ser preparatorianos. Ovación. (La masa que más ulula le mando la beca.) 69 mil familias con niños en primaria y secundaria recibirán apoyo. 10 mil discapacitados pobres recibirán mil 274 pesos mensuales, igual que los adultos mayores y las madres solteras y los pensionados del ISSSTE y del IMSS. Y las ovaciones caen en cascada en el estanque de la dicha.

Y ya no va a haber intermediarios (organizados en una tal “Antorcha Mundial”), pues se está haciendo un “censo de bienestar casa por casa” y todos recibirán su dinero por medio del Banco del Bienestar que ya mandó hacer. Y rubrica diciendo “¡ME CANSO, GANSO!” y asiente con la cabeza mientras dura la prolongada ovación.

Y hay más. A los pequeños propietarios y ejidatarios 5 mil mensuales para que siembren árboles frutales o maderables: “9 mil 90 empleos permanentes para todo el sexenio”. Explica: “La caoba es la reina de las maderas”. Y habrá “créditos a la palabra para ejidos de ganaderos”: mil millones que se pagarán con las crías. Y habrá para talleres, artesanos, pequeñas, medianas empresas, agricultores y, desde luego, pescadores. Cada ciclo de seis meses les va a llegar un apoyo antes de la siembra: 32 mil 597 productores recibirán 5 mil 610 pesos por tonelada de maíz. Y habrá tres nuevas universidades en el estado, y atención médica y medicamentos e Internet gratuitos para todos.

Empapado en sudor, por fin cierra la canasta de los dones. Lleva una hora hablando y manoteando, sin siquiera tomar agua, y está como nuevo.

Y al final, nuevo paseo por el templete cosechando toneladas de aplausos. Y luego grita tres “viva México”, solemne y fervoroso, con cejo fruncido, sin torrente beodo. Y luego se echa de nuevo el clavado a la alberca humana. Invierte de nuevo “el temor a ser tocado” (Canetti en Masa y poder) y resurge en el unívoco cuerpo de la masa. Ya no transformado, sino transfigurado.

El Mesías y el César son ya el mismo.

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