El periodista Álvaro Delgado, de la revista Proceso, entrevistó en marzo al funcionario público Paco Ignacio Taibo II, nuevo titular del “sector libro”. Se titula “¡Hay una revolución en este país, hombre! Ya que se enteren” y puede guglearse.

En la entrevista, el funcionario Taibo “cuyo nombramiento como director del FCE implicó una reforma legal” (explica Delgado), declaró que hay un “frenesí en la oposición que obedece a que la nueva dirección del FCE simboliza el cambio que ofrece el gobierno de López Obrador”.

¡Y no sé ustedes, pero a mí me emociona que una editorial simbolice al gobierno de mi Patria!

Con objeto de apreciar la magnitud del símbolo, reproduzco en seguida algunas de las ideas dialécticas que el funcionario ha realizado desde que tomó posesión del “sector libro”. Lo hago para ilustración de aquellos a quienes él llama “nomenclatura vieja”, “académicos pirruris” y “aristócratas de tercera”, quienes quizás aún puedan transformarse en nueva nomenclatura, en académicos populares y en aristócratas de cuarta.

De acuerdo con Delgado, Taibo “afirma que sus detractores políticos y culturales, como los vinculados a las revistas Letras Libres y Nexos ‘enloquecieron’ por las decisiones que ha tomado al frente de la editorial”. Dice Taibo: “Enloquecimos a un buen montón de ese extraño sector vinculado entre sí por complicidades, formaciones ideológicas y beneficios en el sector libro.”

A la luz de ese juicio, el funcionario se pregunta: “¿Vamos a descatalogar los libros de algunos de ellos que están en el FCE? No, todo lo contrario: he dado órdenes de reimpresión de algunos de los libros de esta nomenclatura vieja”. ¡Aleccionador cuanto ejemplar ejercicio de tolerancia!

Luego anunció que si esos aristócratas de tercera quieren hablar con el FCE deberán pedir una cita, aunque “no sé si llegaré yo a esa cita”. ¿Por qué? Pues porque “uno escoge a sus amigos” y porque “son una voz, representan un sector de los lectores de esta sociedad; no podemos, de ninguna manera, ni censurarlos ni excluirlos. Pero después de lo que he leído y lo que he oído a lo largo de estos años de sus opiniones sobre la cultura de este país, tampoco tengo mayor interés en hablar con ellos”. Así pues no se les excluye: se excluyeron solos.

Al FCE llegó “una izquierda culta”, explica. “Somos apaches, pero somos cultos, mucho más que ellos, evidentemente. ¿Qué es lo que son? Una bola de aristócratas de tercera sin derecho al paraíso”. ¡Emotivas palabras que tan virilmente evocan el Ça ira, ese viejo canto de la revolución francesa que pedía la guillotina para los aristócratas traidores, merecidamente!

¿Y en qué consiste la cultura que no es bola aristocrática? En acabar con “el proyecto neoliberal, un cadáver del que tenemos que despojarnos rápidamente”, lo mismo que “el actual gobierno” de AMLO, en el cual “aún hay neoliberalismo, no flagrante, no escandaloso, pero sí encubierto” y al que es menester “apalear”. ¿Y qué se pondrá en su lugar? Bueno, pues (como dice en otra entrevista), “la perspectiva guevarista-bolivariana”, pues “el comandante Guevara es mi figura rectora”.

¡Qué emoción!

La primera política pública contra el cadáver neoliberal fue expulsar al comité responsable de El Trimestre Económico, la vieja revista del FCE, y entregarla a economistas de “izquierda”, cosa que lamentaron los pirruris. Pero como dice el funcionario con el gran sentido del humor que le es característico: “¿Qué esperaban? ¡Si no les gusta hubieran ganado las elecciones, compadre!”

Por último: ¿cómo se contratan ahora los libros en el FCE? El funcionario explicó que “Tenemos un consejo de redacción que se reúne un par de veces por semana, hay propuestas, se discuten, se trata de crear un balance, y las propuestas que reciben más acalorados aplausos, más ‘ya lo leí, está a toda madre, y seguro que a mi vecino le gusta’, y hay la típica de ‘yo se lo doy al portero de mi casa’, y cuáles funcionan y cuáles no. Sentido común.”

¿Y quién está en ese consejo? Pues tiene “once personas, pero es anónimo, todo el que quiera mandar un libro, que lo mande”. Y a la pregunta “¿Quién está decidiendo?”, responde más sincerado aún: “Pues nosotros. Yo. Yo soy el responsable.”

Y es ahí cuando se entiende por qué “El FCE simboliza el cambio que ofrece el gobierno de López Obrador”…

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