El público en México tiene más conciencia de lo que es la Fórmula Uno como deporte y espectáculo. Eso es una realidad, pero lo que también es cierto es que tienen que trabajar en temas muy puntuales que todavía se tienen que superar por ambas partes, organizadores y asistentes, para hacer de este Gran Premio un evento de primera categoría.

Seguramente los casi tres mil millones de pesos que la Secretaría de Turismo ha invertido desde el 2015, cuando regresó a nuestro país, han sido redituables para algunos de sus objetivos.

Todavía faltan un par más de estos GP’s según el contraro que firmaron y después, a la espera de si se renovará o no este acuerdo, luego de que tendrán que esperar qué es lo que sucederá el próximo año con la elecciones de nuestro país.

Por eso es importante que aquellos detalles que todavía se tienen que afinar no pasen desapercibidos en este 2017, en el que, además, habrá mucha mayor atención, ya que Lewis Hamilton, de Mercedes, seguro se coronará en el campeonato de pilotos.

Esa es la clave, y no solamente soltar los millones por soltarlos. En cada año se deben mejorar los errores que se han cometido. En algunos lo han logrado, sobre todo de logística, aunque otros, como la venta de los boletos, es casi imposible erradicarlos con la reventa tan fuerte.

Pero no solamente es la reventa. La manera en que se venden las entradas ha generado constantes quejas. Todo es perfectible.

En lo que se refiere a los personajes que vienen a nuestro país, no se puede dejar de reconocer que —a diferencia de atletas de otras disciplinas o ex deportistas, en cuyo rostro se nota que vienen más por los dólares que les pagan que por otra cosa— los pilotos le dedican un buen tiempo a disfrutar la semana.

Así pudimos ver a Max Verstappen, de Red Bull, llegar al AHR en un microbús y con el mariachi de fondo. Quizá sea una buena estrategia de su marca, pero preferible eso a observar a otros, como Michael Phelps, maniatado por su personal, al grado de que pareciera que no se puede mover si no se lo permiten, cuando él es quien debería decirles qué hacer.

No podemos dejar de pensar que éste es un fin de semana inaccesible para la población en general. Este es un evento para la case media alta y alta, y aquellos que hacen el esfuerzo al comprar entradas, tienen que gastar en servicios con precios muy altos, ya que no dejan ingresar ni con un sándwich, como sucede en otros Grandes Premios en el mundo. Sería bueno pensar en una tribuna más económica y no solo en el FanFest, que no ha tenido repercusión, a diferencia de la NFL.

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