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En un cuarto de hotel de Nueva York, cuando el reloj agobiaba, se dio el empujón clave, el empujón final para que el nuevo Tratado de Libre Comercio sea de tres países.
Era la habitación de Chrystia Freeland, canciller de Canadá, quien se encontraba en esa ciudad para participar en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. También estaba ahí para lo mismo el secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo.
Ellos se fueron haciendo muy amigos en el curso de las renegociaciones del Tratado (tuvieron que enfrentarse al enemigo común, Donald Trump), así que aprovecharon para verse en la Gran Manzana y hablar del TLC, porque faltaba una semana para que venciera el plazo para hacerlo de tres naciones y no se veía para dónde entre Estados Unidos y Canadá (México y Estados Unidos ya habían llegado a un acuerdo hace un mes).
Según reconocen públicamente los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, hubo un mexicano que fue clave para desatorar sus diferencias: Ildefonso Guajardo. Por eso le dedicaron —a él, con nombre y apellido— un renglón de los solamente cinco que usaron para tan importante anuncio. De ese tamaño la relevancia del empuje final de Guajardo. ¿Qué hizo? En esa reunión con Freeland, en esa habitación de Nueva York, la convenció de dar el primer paso oficial para acercarse a los estadounidenses:
Según fuentes muy bien informadas e involucradas en este ajedrez comercial, Guajardo compartió a Freeland su experiencia de cómo fueron los últimos días y horas de la negociación México-Estados Unidos en agosto, y el estilo particular, hasta personal de los negociadores más relevantes. Le contó que al representante comercial de Trump, Robert Lighthizer, había que darle certidumbre de lo que Canadá ponía sobre la mesa, escribírselo en blanco y negro. Ya se lo habían dejado sentir verbalmente, pero no bastaba, lo suyo es verlo en papel. Canadá se animó y Estados Unidos reaccionó como lo previó Guajardo. Dado ese paso, se desencadenó a toda velocidad la renegociación final con acuerdo en los temas que los separaban: Estados Unidos con acceso al mercado de lácteos canadiense, mantener intacto el capítulo 19 de solución de controversias del TLC original y un guiño económico a las comunidades francófonas canadienses.
La mediación de Guajardo entre Freeland y Lighthizer tuvo también al más alto nivel el respaldo clave, las garantías a futuro del presidente entrante de México, Andrés Manuel López Obrador. Y nada de esto hubiera sido posible —el acuerdo mismo y su complejísima renegociación— sin el histórico acceso a la Casa Blanca que se ha logrado abrir el canciller Luis Videgaray gracias a la relación de enorme confianza que tiene con el yerno y súper asesor de Trump, Jared Kushner, a quien logró acercar con la jefa de gabinete de Trudeau, Katie Telford.
Se anunció el domingo en la noche, de último minuto. Se llamará USMCA.
SACIAMORBOS. El rey de España confirmó que viene a la toma de posesión de AMLO. Baja la presión por el interés del venezolano Maduro por estar presente.
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