El domingo comieron en Los Pinos los seis presidenciables del PRI. Fueron invitados por el presidente Enrique Peña Nieto desde varios días antes. José Antonio Meade, Aurelio Nuño, Miguel Osorio Chong, José Narro, Enrique De la Madrid y Eruviel Ávila.
Y un elefante en la sala: la nota que circuló esa mañana que sugería corrupción de parte de Osorio Chong en el encumbramiento de un grupo de empresarios de su estado, Hidalgo, que alcanzaron negocios nacionales y con los que tiene vínculos inmobiliarios.
Me cuesta mucho trabajo pensar que fue casualidad. Sobre todo en estos tiempos políticos. Una nota de ese calibre, divulgada en domingo de “puente” vacacional cuando hay poca atención pública a los medios de comunicación, se explica más por una apuesta a una audiencia reducida que a una amplia. Especulo: la revelación no buscaba tener millones de visitas y comentarios (se habría esperado al martes, con todo mundo de vuelta de descanso), sino que buscaba incidir en la comida de siete personas en Los Pinos.
Hay otro argumento que anima mi conjetura: desde hace tiempo en los pasillos del poder priísta se sabe del enojo del secretario de Gobernación con el juego de la sucesión presidencial, que dirige el presidente Peña Nieto. Las cosas no apuntan en la dirección que a él le hubiera gustado, a pesar de que las encuestas lo ponen como el mejor posicionado de los aspirantes del PRI: no parece ser el favorito de su jefe y desde hace años está muy peleado con casi todos los otros presidenciables de su partido. Al grado que se ha especulado con la posibilidad de que Osorio Chong se declare en rebeldía y decida no apoyar al aspirante priísta que seleccione el Presidente.
Su más reciente demostración de fuerza fue el viernes 17, dos días antes de la comida de domingo de presidenciables en Los Pinos. Fue en otra comida. De gobernadores priístas con el Presidente. Peña les repartió tarjetas y les pidió anotar quién era su favorito para “gallo” del PRI. En ese contexto, algunos mandatarios estatales hablaron de que si Peña Nieto escoge a José Antonio Meade como candidato, si bien puede conquistar a públicos no tradicionalmente priístas, el priísmo de base podría sentirse alejado y no respaldarlo plenamente. Esta preocupación de algunos gobernadores llevaba un mensaje escondido, porque se sabe que Osorio Chong es el que tiene más control del partido, más lealtad de sus corrientes y sus gobernadores (aunque nunca debe subestimarse el poder de la cargada priísta ante el dedazo).
Ante estos amagos que, se dice, podría orquestar el secretario de Gobernación, el domingo de la comida clave en Los Pinos amaneció con un expediente que podría complicarle el futuro.
Como me cuesta mucho creer en las casualidades, imagino que tal revelación tuvo como efecto que Osorio Chong revisara su estrategia, en caso de que estuviera evaluando declararse en rebeldía.
Así se entienden muchas cosas.
SACIAMORBOS. Y mientras comían y comían, el puente más violento en muchos años.
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