U n equipo multidisciplinario mexicano encabezado por Jorge Morales Montor , investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM , descubrió por primera vez que componentes de que hallaron en suero humano se asocian a una enfermedad crónica debilitante: la depresión mayor.

Los componentes de microplásticos hallados por Morales Montor y sus colaboradores en pacientes con depresión mayor son cuatro ftalatos y dos bisfenoles, moléculas que todo el tiempo estamos respirando, bebiendo o comiendo.

Además de Morales Montor, el equipo multidisciplinario mexicano está integrado por Margarita Isabel Palacios Arreola, Karen Elizabeth Nava Castro y Omar Amador Muñoz, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático, y Mariana Segovia Mendoza, de la Facultad de Medicina, ambas entidades también de la UNAM, así como por Lenin Pavón y Luis Enrique Becerril, del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”.

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“Plastioceno”

En la era actual, llamada “plastioceno” por algunos, los microplásticos están en el aire, la tierra y el agua. En los océanos del mundo hay siete islas de plástico, algunas del tamaño de Cuba y Francia, que por el calentamiento global desprenden ftalatos y bisfenoles, los más peligrosos componentes de los microplásticos.

Los ftalatos y bisfenoles se encuentran en plásticos duros como los túper (recipientes que se cierran herméticamente) y blandos como las bolsas de un solo uso. Todo el tiempo los respiramos, pues muchas fábricas de plástico los liberan a la atmósfera con sus emisiones. Y todos los días también los ingerimos, pues están en los alimentos enlatados y las botellas de agua.

“Como los ftalatos y bisfenoles son componentes químicos que no tienen enlaces covalentes (es decir, no están unidos fuertemente), se desprenden con facilidad de su matriz cuando la temperatura cambia o el medio pasa de ácido a alcalino, o viceversa”, señala Morales Montor.

Cuando alguien mete un túper en el horno de microondas o deja una botella de agua en el carro durante horas bajo el sol, se desprenden estos componentes químicos y contaminan los alimentos y el agua.

Algunos ftalatos se utilizan en fijadores de maquillaje, perfumes, desodorantes y otros productos de uso frecuente, de manera que todo el tiempo estamos expuestos a ellos.

Datos preocupantes

En el Instituto Nacional de Psiquiatría, Morales Montor y sus colegas universitarios trabajan en un proyecto para encontrar una prueba molecular que permita diagnosticar la depresión en población abierta.

“Ahí medimos los sueros que nos proporcionó el doctor Pavón y lo que hallamos fue muy interesante, pero también muy preocupante: en todos los sueros analizados, tanto de pacientes con depresión mayor como de no enfermos, circulaban, en nanogramos, los cuatro ftalatos que más se detectan en el aire y el agua, y dos bisfenoles. Para compuestos que no son nuestros y circulan en sangre, esas cantidades realmente resultan muy altas”, dice Morales Montor.

Luego corroboraron que estos componentes de microplásticos se asociaban a depresión mayor, porque los pacientes con esta enfermedad mental mostraron altos niveles de al menos un ftalato.

“El mayormente asociado a la depresión mayor se llama butil bencil ftalato y estaba en cantidades de 5000 nanogramos por mililitro de suero. Por lo que se refiere al bisfenol-S, estaba en cantidades de 200 nanogramos por mililitro de suero, lo cual es una barbaridad. Ahora bien, si alguien tiene predisposición genética a la depresión, los ftalatos y bisfenoles actuarán como catalizadores para que desarrollen esta enfermedad mental”, indica Morales Montor.

Que ésta sea la primera vez que la presencia de un compuesto parental en suero humano se asocia a una enfermedad tan ubicua como la depresión mayor llamó mucho la atención en el ámbito médico mundial.

Publicado apenas en marzo del presente año, el artículo Environmental pollution to blame for depressive disorder? International Journal of Enviromental Research and Public Health, de Mariana Segovia Mendoza, Margarita Isabel Palacios Arreola, Lenin Pavón, Luis Enrique Becerril, Karen Elizabeth Nava Castro, Omar Amador Muñoz y Jorge Morales Montor, ya ha sido descargado por más de 5 mil personas del sitio de la revista International Journal of Environmental Research and Public Health.

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Los ftalatos y bisfenoles son disruptores endócrinos, es decir, moléculas que tienen estructuras similares a algunas hormonas esteroideas propias de los humanos y que al entrar en el organismo se pegan a receptores de hormonas propias de éste (estrógenos, andrógenos y otras) y afectan el funcionamiento de nuestro sistema hormonal e inmunitario. Por eso, Morales Montor recomienda:

01 No calentar bebidas ni comidas en contenedores de plástico como túper.

02 No consumir comida enlatada. Todas las latas tienen un forro de plástico hecho con base en ftalatos y bisfenoles.

03 No calentar biberones en el horno de microondas porque de este modo se liberan bisfenoles y se mezclan con la leche que consume el bebé.

04 No consumir agua de botellas de plástico que han estado más de cuatro horas sometidas al calor.

05 No usar contenedores de plástico para transportar alimentos.

06 Reducir, reutilizar y reciclar.

Crisis mundial de salud

La mitad de la población del mundo padece algún tipo de depresión. Y de ese porcentaje, entre 8% y 12% sufre depresión mayor.

“La depresión mayor es la principal causa mundial de discapacidad. Lo peor es que más de 85% de los afectados no recibe tratamiento”, apunta Morales Montor.

A diferencia de la depresión menor, caracterizada por ser episódica, la depresión mayor es un mal estado de ánimo permanente porque diversos neurotransmisores que regulan todas las conductas y estados de ánimo (la serotonina, principalmente) están desbalanceados.

El paciente no se recupera simplemente con querer hacerlo y hay que medicarlo, porque la depresión mayor es una afección del ánimo en la que se experimenta alteraciones conductuales, profunda tristeza, pérdida de interés en las actividades cotidianas y dificultad para sentir placer.

Jorge Morales Montor 
Investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM
“Si alguien tiene predisposición genética a la depresión, los ftalatos y bisfenoles actuarán como catalizadores para que desarrollen esta enfermedad mental”

 
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