Todas conocemos las amenazas que nos acechan cuando nos movemos solas por la ciudad, sobre todo de noche: el pendejo que te empieza a seguir en la calle, el güey que en el metro se sienta junto a ti aunque el vagón esté completamente vacío, el taxista “coqueto”, el malora que aunque venga desarmado te asalta para quitarte el teléfono porque intuye que nadie te enseñó a defenderte (spoiler: casi siempre es verdad). Una como clasemediera puede pedir Uber para aminorar el problema, pero qué jodido que haya millones de mujeres que no.

Dentro de este contexto clasemediero urbano privilegiado, vengo a plaquejarme de otra cosa. Digamos que ya lograste desplazarte de un punto A a un punto B, ¡fiuf!. El pedo es que, a menos que ese punto B sea tu casa, tampoco ahí puedes estar sola tranquilamente. Ejemplos:

-Si es la escuela, entre clases va a llegar un equis de otro salón a pegarse. Para escaparte necesitas inventar una excusa o encontrarte a alguna persona conocida y huir con ella, porque contestar con monosílabos y seguir con la mirada clavada en tu libro o teléfono casi nunca es suficiente.

-Si es el trabajo, no falta el del departamento de quiensabequé que confunde tu hora de relajación o concentración en la cocina/azotea/banqueta con una primera cita romántica.

-Si es un café, a menos que tengas audífonos, tu computadora abierta y cara de extrema concentración –e incluso así–, las probabilidades de que llegue un güey a “platicar” son altísimas; güey al que luego no te puedes quitar de encima ni derramándole un pumpkin spice latte hirviendo en la cabeza.

-Si es un concierto, ya te chingaste porque el cabrón tiene tema de plática. “Hola amiga, qué padre que te gusta Lacrimosa”. Ni modo que le digas “No, me caga” porque ya te vio coreando.

-Si es una librería: “HOLA AMIGA TE GUSTA LEER A MI ME GUSTA MUCHO LA LITERATURA KIENES SON TUS AUTORES PREFERIDOS LOS MIOS KAFKA FADANELLI MAQUIAVELO KUNDERA LEO MUCHO NO VEO TELE TE VEO CINE DE ARTE TEATRO DANZA CLOWN EL 22 MUSEOS”. (Así, con mayúsculas y sin comas. Así hablan los ligadores de “centro cultural”.)

-Si es un bar, uy, pues no duras sola ni 30 segundos, porque pues a los bares se va a ligar, ¿no? ¿NO? ¿NOOOO?

-Si es el gimnasio: hora de que un mamado-inmamable te presuma sus músculos mientras te explica lo que estás haciendo mal en tu rutina y te diga qué tienes que desayunar, comer, cenar y respirar para ponerte bien mamey.

Etcétera.

El otro día me puse a pensar en todos los eventos chingones (y con chingones quiero decir tocadas-metaleras-horribles-en-lugares-piojosos-que-sólo-me-interesan-a-mí) a los que no asisto por esta razón. Me da pena pedirle a mis amigues o a mi novio que me acompañen porque sé que se van a aburrir. Y yo no tendría problema en ir sola, pero me da una hueva infinita estar bateando cabrones; hueva y miedo, porque ya borrachos y en bola se pueden poner muy pendejos.

Esto pasa porque estamos condicionados a creer que una mujer sola es una anormalidad; una aberración que los hombres () buscan solucionar a como dé lugar. “¿Por qué tan solita?” es su frase preferida para abordarte en estas situaciones, como si tuvieras que explicarles a ellos y al mundo entero tu falta de compañía.

“Ay amiga, pero qué amargada, uno sólo quiere platicar en buena onda”. Existe esta idea de que una, como mujer, tiene el deber de dejar lo que esté haciendo (aunque esa actividad sea mirar al techo) para prestarle atención a cualquier hombre que se le ponga enfrente. Una negativa, por cordial que sea, será tomada como afrenta, como un “Qué mamona”, “Pinche apretada”, “Bruja horrible, seguro eres lesbiana” (jiji).

¡Y lo peor es que nosotras también nos tragamos ese cuento! Me deprimo y me asqueo nomás de pensar en la cantidad de tipos tontos, antipáticos, mirreyes, sabelotodos e infinitamente aburridos que mis amigas y yo nos fumamos en el pasado, cuando no teníamos claro que la onda era cortarlos de raíz con un “No me interesa platicar”. Aunque sea incómodo, aunque les mexicanes no sepamos decir no, aunque parezca imposible: hay que aprender a mandar a la chingada al prójimo.

Eso, o aplicar el “I’m sorry, I don’t speak Spanish”. Pero si el güey habla inglés (o francés o purépecha o alemán o cualquier segundo idioma que medio mastiques), ya valió. Por eso la gran opción es adquirir al novio inflable de College Humor:

Es chistoso porque es triste porque es cierto.

Y ANTES DE QUE SE ESPONJEN. No se trata de prohibir hablarle a la gente en lugares públicos. Todos lo hemos hecho y de ahí han salido amistades, ligues y hasta negocios, o por lo menos ratos agradables o anécdotas chistosas. Sin importar géneros, si tienes un motivo legítimo para acercarte a alguien y empezar una plática, está chingonsísimo. El problema es que “Te vi muy solita” no es un motivo legítimo. Y que no te quieras ir, aunque te den todas las señales de que debes hacerlo (lenguaje corporal de rechazo, respuestas verbales monosilábicas, mirada puesta en otra cosa o un muy directo “No puedo hablar ahorita”), es tan ridículo y absurdo que no puedo creer que pase tan pinche seguido.

No seas esa lapa, porfis.

Google News

Noticias según tus intereses

[Publicidad]