Ritchie es un chef de un solo platillo, y no tiene intención de variar la receta, aunque tenga que esconderla en pequeñas variaciones del menú. Así sucedió con su versión a Sherlock Holmes, así sucedió con su cinta de espías sesenteros (The Man From Uncle, 2015) y así sucede con su más reciente aventura, King Arthur: Legend of the Sword.

Lo más disfrutable de King Arthur son justo esos momentos donde, descaradamente, Guy Ritchie aplica la misma fórmula de Snatch: la edición fragmentada a modo de flashback o flashforward, diálogos rápidos en personajes con acento marcado, montajes, y una trama que usualmente se reduce a un heist movie: alguien tiene que recuperar un objeto o entrar a un lugar.

Ritchie se toma todas las libertades posibles. Escribe el libreto junto con otras cuatro plumas y como aquí no hay material base que respetar (al menos no como en el caso de Sherlock Holmes donde hay un autor y varios libros publicados), el director y guionista le da rienda suelta a sus obsesiones muy particulares. Estamos frente a una extraña mezcla entre cine de aventuras medievales, heist movie, cinta de origen de superhéroe (¿Arthur Begins?) y todo a un ritmo frenético que es la especialidad del chef.

Warner Brothers pretende hacer seis (¡seis!, jajaja) películas sobre este personaje. La cosa se ve complicada porque si bien le podemos comprar el tamiz heróico a Hunnam (el Rey Arturo), su presencia no aguanta para sostener seis películas. Amén que los otros futuros caballeros de la mesa redonda no son particularmente memorables. Si acaso, la única estrella en el reparto es Jude Law, Vortigern, el rey usurpador cuyo destino es predecible.

¿Funciona la película? Pues depende. Aquellos fanáticos de las múltiples versiones sobre este mito podrían arquear la ceja ante el despliegue de CGI (¿elefantes gigantes?, ¿serpientes monumentales?) así como por el desorden cronológico y visual. Aquellos fanáticos de Game of Thrones que por error caigan aquí (no dejo de pensar que la existencia de esta cinta es ¿gracias? a la famosa serie de dragones y pechos al aire) se reirán a carcajadas. Y todos los que entren buscando una película de Guy Ritchie pues, esos serán los más afortunados porque justo eso tendrán.

Para los demás nos queda una película sumamente palomera, que coquetea sin pudor con la estética del videojuego, con un protagonista (Charlie Hunnam tras duras horas en el gimnasio) que -cual boxeador irlandés- se curte en las calles, se educa con prostitutas y al final resulta ser el Rey Arturo (cosa que no deja de ser atractiva aunque en manos de Ritchie termina siendo mera anécdota). En resumen, un buen entretenimiento de fin de semana, una excelente película para verse en un camión y una magnífica opción para cuando (en un año) la pasen en la tele y uno la deje de fondo mientras lava los platos.

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