Someter a votación popular la selección de ministros de la SCJN, magistrados y jueces, es una bomba de tiempo de proporciones mayúsculas. Mas allá de argumentos y buenas intenciones, el daño puede ser descomunal.

Un México agraviado votó guiado por sus sentimientos. Ignorado y marginado del desarrollo, votó impulsivamente sin conocer el modelo de país por el que estaba votando.

En un país en que el miedo se huele, es muy probable que hoy quien es encuestado oculte su verdadera intención del voto para evitar riesgos.

Hay que alertar al electorado respecto a la posible expropiación de los inmuebles de todas las familias mexicanas, que se convertirían únicamente en una concesión que el gobierno otorgaría a los ciudadanos.