


Quedó a deber, y mucho, al incumplir la promesa de solucionar la crisis de inseguridad y violencia que lacera al país, así como la de desterrar la corrupción y mejorar los sistemas de educación y de salud.

Indignante y desesperanzador es que AMLO haya apostado por la reforma judicial, sin esforzarse más por cumplir con la promesa de dar con el paradero de los 43 normalistas de Ayotzinapa, y procurar justicia para ellos y sus familiares.

Intensifica el tono de su reclamo porque le resulta inaceptable que México se haya apartado de su órbita de influencia y le preocupa, en términos prácticos, no disponer de jueces que mangonear.



Todos ellos están bajo la lupa de compañeros y adversarios. ¿Lograrán frenar la reforma o uno de ellos será el “Judas” que les dé el anhelado sufragio que complete la mayoría constitucional y rompa la contención del bloque?

El proceso sucesorio en la SEMAR no estuvo exento de golpes bajos a otros aspirantes al cargo y a los grupos que los respaldaban dentro de la Armada.


Se volvió ríspida, muy áspera, la transmisión de poderes que de inicio se vislumbraba tersa tras el apabullante triunfo electoral de Morena y aliados.




